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Discípulos celebran el legado de Josefina Pla

La escritora irrumpió en su país con su obra desde la década de 1930. Fue renovadora de las artes y maestra de autores como Augusto Roa Bastos.
La escritora irrumpió en su país con su obra desde la década de 1930. Fue renovadora de las artes y maestra de autores como Augusto Roa Bastos.
Tomado de portalguarani.com
07 de enero de 2019 - 00:00 - Redacción Cultura y agencias

A casi dos décadas de la muerte de la escritora paraguayo-española Josefina Pla (1903-1999), su legado sigue vigente en la generación de escritores posteriores, a los que aportó nuevas “formas literarias”, explicó uno de sus discípulos, el periodista Antonio Pecci.

Pla, fallecida un 11 de enero, fue maestra de grandes escritores paraguayos, como Augusto Roa Bastos, y una “impulsora de la renovación del arte” en Paraguay, a través de un “movimiento que buscaba romper con el academicismo de la época”, en las décadas de 1940 y 1950, recuerda Pecci.

El periodista y escritor sostuvo que Pla fue además una “figura clave” para la “renovación poética” en el país suramericano, puesto que logró hacer que los poetas locales se “planteen nuevas formas” de escribir poesía y “dejaran atrás el modernismo anterior”.

A finales de la década de 1930 y la siguiente, Pla “traía (a Paraguay) lo último de la poesía española de la Generación del 27”, a la que perteneció el dramaturgo Federico García Lorca, con el objetivo de hacer ver que “ya se escribía de otra manera, con nuevas formas y temas”.

Al margen de su carrera como escritora, por la que fue postulada al Premio Cervantes en dos ocasiones, Pla también desempeñó un papel “pionero” en el estudio de la cultura del país que la acogió, cuando salió definitivamente de España, durante la Guerra Civil (1936-1939).

“Ella sola constituye una columna vertebral en la historia de la cultura paraguaya” y “le debemos una nueva visión” sobre dicha cultura y su “imaginería”, gracias a los numerosos ensayos que elaboró sobre diversos aspectos culturales de Paraguay, como su estudio de la historia del teatro en el país.

A parte de los ensayos, la autora ejerció la docencia y la escritura, trabajó también la pintura y la cerámica. Esa labor multidisciplinar la posicionó como una “figura muy respetada, pese a que era mujer en un ambiente muy conservador y patriarcal”.

En la época de la dictadura de Alfredo Stroessner (1954-1989), su “pensamiento progresista no era bien visto” por el régimen, y “tuvo sanciones” e incluso fue expulsada de sus cátedras. Desde el punto de vista social “era mirada con recelo” puesto que era madre soltera, y por ese motivo “sufrió desdén y rechazo”, añadió.

Se la ha reconocido durante la década de 1990, pero se intenta revalorizarla. (I)

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