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El Telégrafo
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Diccionario uruguayo desvela el misterio de "cimarronear con bombas y cañones"

Diccionario uruguayo desvela el misterio de "cimarronear con bombas y cañones"
07 de octubre de 2011 - 12:12

Negarse a cimarronear con bombas y cañones en Montevideo empleando un zum ya no será motivo para quedar como un tarúpido tras la edición del primer Diccionario del Español del Uruguay, que recoge unas 10.000 palabras ajenas al uso común del idioma empleadas en el pequeño país sudamericano.

Con esta obra, editada por la Academia Nacional de Letras del Uruguay y que se presenta este viernes, los más de 400 millones de hispanohablantes del planeta no tendrán por qué negarse a aceptar un convite tan inocente como tomar mate amargo (cimarronear) con bollos rellenos (bombas) de crema (cañones) y usar un peculiar aparato eléctrico diseñado en el país para calentar el agua (zum), ni que pasar por un tarado ni por un estúpido.

Este Diccionario del Español del Uruguay (DEU) es fruto del trabajo de largos años realizado por la Academia, miembro de la Asociación de Academias de la Lengua Española, y obedece al deseo de contar con una herramienta que "identifique los usos y expresiones" de los hablantes del español en la región, según explicó a Efe la académica uruguaya Gladys Valetta.

Así, en sus entradas aparecen recogidos tanto los usos diferentes que se dan en Uruguay a palabras reconocidas por todos los hispanohablantes como vocablos y expresiones comunes en la región pero extraños para los que no viven en el entorno del Río de la Plata.

"El español se ha extendido tanto y es tan amplio que se diversifica, y es eso justamente lo que queremos mostrar, la forma de expresarse en español que distingue esta zona de los demás hablantes de la lengua", subrayó Valetta.

La académica indicó en este sentido que el vocabulario uruguayo comparte muchas peculiaridades con el de sus países vecinos, como Argentina, Paraguay o Chile, aunque "más que nada refleja lo que hemos sido históricamente" e identifica claramente "nuestras formas de pensar, comer, vestir, hasta cómo entender los deportes y los gustos".

De hecho, entre todas las palabras que aparecen en el diccionario destacan especialmente las que se refieren al fútbol, una de las mayores pasiones del país y que marca el día a día de la vida de sus ciudadanos.

"Somos un país futbolero, y estamos llenos de referencias a clubes, colores, banderas y apodos, términos que se también se expanden y hacen referencia a otras ocasiones de la vida cotidiana", indicó Valetta.

De este modo aparecen acepciones universalmente reconocidas en Uruguay como "carbonero" y "bolsilludo" -seguidores de los equipos de Peñarol y Nacional, respectivamente- o "maracanazo", definida como un triunfo importante e inesperado, tal y como el que logró la "celeste" -el equipo nacional uruguayo- en el estadio Maracaná de Río de Janeiro para ganar la Copa Mundial de fútbol de 1950.

Al igual que el fútbol, la ganadería, como la mayor industria del país, es también una fuente inagotable de palabras para el léxico uruguayo, que van desde los nombres de las distintas especies animales, ("shorthorn", "landrace"), a sus características ("chúcaro","guampudo"), pasando por las labores de campo y sus herramientas ("barriguera", "imbornal", "orejero").

En cuanto a otras lenguas, son el guaraní y el quechua las que aportan un número más significativo de vocablos al habla uruguaya.

"Ese es el sustrato lingüístico que conforma nuestra particularidad, y hay palabras como cancha, que es quechua y que todos usan aquí. El guaraní está muy presente en los nombres de la flora y la fauna", indicó Valetta.

Otra fuente importante de vocabulario son el portugués de Brasil, los esclavos africanos y fenómenos como el tango y el lenguaje del lunfardo, que incorporó "muchos términos en Montevideo y Buenos Aires que tuvieron su desarrollo y aún lo tienen y ya están en el léxico corriente", como "mina" -mujer- o "fiolo" -proxeneta-.

La emigración española e italiana también dejó cosas curiosas en el habla de los uruguayos, como que uno pueda comerse un "catalán" -un tipo de pan esponjoso- o, si uno se muestra torpe y desmañado en una actividad, protagonizar una despectiva "gallegada".

"Existen muchos términos que despiertan la curiosidad por sus diversos significados e incluso por las dificultades que puede haber para investigarlo. Son muchas las palabras que nos hacen pensar así, y lo importante del diccionario es que asoman posibles investigaciones sobre el léxico", indicó la académica.

Así, el trabajo del diccionario "nunca concluye", puesto que la lengua "es algo vivo" y en ella conviven "muchas áreas y muchos términos" que "se han quedado en el tintero".

"Eso solo indica la riqueza de nuestra forma de expresión", concluyó la académica

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