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Este mes se celebra el segundo aniversario de la declaratoria patrimonial del sombrero de paja toquilla

Cuatro generaciones de toquilleras prefieren que fotografíen su vida cotidiana

Margarita Rivera, quien tiene 90 años y teje desde los 9 por instrucciones de su madre, le ha enseñado a sus siguientes 3 generaciones. FOTO:  CORTESÍA DE JONATHAN CORONEL
Margarita Rivera, quien tiene 90 años y teje desde los 9 por instrucciones de su madre, le ha enseñado a sus siguientes 3 generaciones. FOTO: CORTESÍA DE JONATHAN CORONEL
10 de diciembre de 2014 - 00:00 - Redacción Cultura

Margarita Rivera no ha parado de tejer, aunque hace 10 años sus ojos ya no la acompañan en el oficio. Lo hace desde que su madre le enseñó, cuando era apenas una niña de 9 años, a regañadientes y a la luz de un mechero. En ese entonces las montañas en las que vive no estaban trazadas en los planes gubernamentales para proveerles de un servicio eléctrico.

Le atribuye su ceguera al esfuerzo  de sus ojos para ver cada hilo que tomaba, la forma y textura que iba adquiriendo el trenzado. Ahora solo necesita un molde y el resto del sombrero de paja toquilla se hace con años de práctica y costumbre.

Margarita nació en Güel hace 90 años. En esta pequeña parroquia de Sígsig, donde la temperatura no sube más de 15 grados centígrados, ha criado e instruido a su hija, nieta y bisnieta en el tejido de sombreros de paja toquilla.Pero los intereses de quienes heredan esta actividad ya no son los mismos. Ya no hay fiestas en la que la música se hace solo con cajones y la danza de la comunidad incluye el tejido de sombreros como parte de la fiesta.

Cuando Margarita aprendió a tejer sombreros de distintas texturas, en el país había un auge de exportación de este producto, que ahora ha disminuido porque las actividades de la zona se concentran en la agricultura.

Este mes se cumplen dos años de la declaratoria como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, otorgado al tejido de paja toquilla de la  Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

Esta actividad se sostiene en Manabí, Cañar, Santa Elena y Azuay. El Instituto Nacional de Patrimonio Cultural del Ecuador trabaja en el sostenimiento generacional de esta actividad para su salvaguarda. Como parte de los estudios que se realizan, se pretende censar el número de toquilleras que hay en el país.

Jonathan Coronel fotografió durante 4 meses a las descendientes de Margarita. El acercamiento a cada una lo trabajó de a poco y con cautela. Recibió el rechazo de algunas mujeres que habitan Güel y se dedican a lo mismo. “No queremos nada de propaganda”, le dijeron.

Coronel es un fotógrafo guayaquileño que se mudó a vivir a Sígsig, cantón en el que nació su padre y que eventualmente visitaba, a pesar de que no le gustaba. A pocos minutos de su casa están las tejedoras de sombreros de paja toquilla de Güel. Parte de su exploración en esta zona se presenta hoy, a las 19:00, en el museo Nahim Isaías, en la muestra ‘En Güel’.

Esta serie de fotografías aborda la forma de vida de estas tejedoras. Cómo duermen, cómo viven, qué comen y en qué creen. “Casi no quisieron que se les haga fotos tejiendo”, dijo Coronel.

A este trabajo se integra la experiencia de la socióloga Paulina Vásquez, quien aportó con la temática de la serie; además, la muestra fue curada por el fotógrafo Ricardo Bohórquez y contó con la asesoría de Christian Levi.

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