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Coutinho, el cineasta que nos hacía escuchar

Coutinho, el cineasta que nos hacía escuchar
04 de febrero de 2014 - 00:00

Eduardo Coutinho murió el pasado domingo. Reconocido como el mayor documentalista brasileño, fue asesinado a puñaladas en una casa ubicada en el barrio de Lagoas, en el sur de Río de Janeiro.

Según la policía brasileña, el principal sospechoso es su hijo, Daniel Coutinho, de 40 años, quien sufre problemas de esquizofrenia. La noche del sábado, Daniel había intentado asesinar a su madre, para después tratar de suicidarse.

Nacido en 1933, Coutinho era actor, guionista y, por supuesto, director. Pese a que ha pasado a la historia como uno de los grandes documentalistas de América Latina, también colaboró con algunas recordadas producciones de ficción. Una de ellas fue Doña Flor y sus dos maridos, en la que participó como guionista. Además, actuó en las películas Garota de Ipanema y Passione.

Y es que sus documentales están catalogados como un terreno donde los límites entre la ficción y la realidad se vuelven difusos. Que se entienda bien: Coutinho solía utilizar actores para que cuenten las historias reales de personas reales entrevistadas por él. Al final, lo que hacía era dirigir la mirada hacia la dimensión humana de las historias que le contaban.

Los cineastas, críticos y cinéfilos que hablan de Coutinho lo recuerdan en numerosas publicaciones, a propósito de su muerte, como una persona que sabía escuchar.

Así lo define el cineasta quiteño Pablo Mogrovejo en una columna publicada ayer en la web GKillCity.com. Ahí, Mogrovejo habla de Coutinho como “uno de los principales innovadores del cine documental contemporáneo porque dio voz a una diversidad de brasileños y acercó el documental a la ficción”.

“Coutinho prefiere evitar el término entrevista en favor de la palabra conversa”, escribía María Campaña Ramia, programadora del festival Encuentros del Otro Cine (EDOC), en el libro El otro cine de Eduardo Coutinho, editado en 2012 por Corporación Cinememoria.

Conversa. Término coloquial -señalaba Ramia- para referirse a una conversación. Esa incorrección gramátical que sirve para hablar del momento en que dos personas se hablan y se escuchan es talvez un reflejo del tipo de diálogos que buscaba Coutinho con la gente que le contaba su historia.

No eran conversaciones solemnes, o ‘profesionales’ -por decirlo de alguna forma. Era una conversa humana, que distaba mucho -decía Coutinho- de las que tenía la misma gente que él entrevistaba con los periodistas que llegaban a un lugar a preguntar e irse.

En la entrevista con Campaña (de la que un fragmento fue publicado en EL TELÉGRAFO el 29 de mayo de 2012), Coutinho hablaba de la forma de abordar a la gente para sus documentales. “¿No provoca cierta violencia?”, le preguntaba la entrevistadora, que había citado el caso de Boca do Lixo (1993), donde Coutinho habla con la gente que trabaja en un basurero.

Y esa cierta violencia, explicaba el director, tenía que ver con la costumbre de la televisión de ir, grabar 5 minutos e irse para exclamar “¡Qué crueldad!”. Y es que “nadie quiere ser filmado en un lugar tan terrible como un botadero”. Hasta el segundo día de grabación, “para ellos yo era el tipo que llegaba y se iba”.

En una nota publicada el 13 de febrero de 2013 en El País, Coutinho asegura que detesta el periodismo, pese a haberse formado en el programa televisivo Globo Reporter.

“Lo hice durante años y me cansó. El periodista debe buscar las dos partes, pero yo solo estoy interesado en una. Yo hago cine sobre la gente que no sale en Google, que habla de sentimientos. Me interesa algo tan difuso como la sabiduría popular”, explicaba a Elsa Fernández-Santos, autora de la nota.

Coutinho se volvió un documentalista de éxito internacional a inicios del siglo XXI con Edificio Master (2002), documental filmado en un condominio de barrio de Copacabana, donde se retrata la diversidad de la clase media de Brasil.

Pero la carrera de Coutinho como documentalista inició antes. Mucho antes. Tanto, que en la década de los 60, Coutinho y un grupo de colegas filmaban una película de ficción sobre Joao Pedro Texeira, líder campesino asesinado en 1962, en una manifestación en que exigía un mejor nivel de vida para los suyos al gobierno civil de Joao Goulart.

Pero a la mitad de ese proyecto, en 1964, un golpe de Estado echó abajo el rodaje. Como era costumbre en América Latina, una junta militar tomó el poder y las cintas fueron requisadas. La película se detuvo por dos décadas, y fue retomada en 1979, pero con un formato distinto.

Estrenada en 1984, Cabra marcada para morirreunía a familiares y colaboradores de Joao Pedro Teixeira en la lucha campesina para contar cómo habían resistido al acoso militar durante los 20 años que se prolongó la dictadura en el poder.

A esas grabaciones, Coutinho le agregó las tomas que había podido salvar de la década de los 60, iniciando así su estilo en que la realidad y la ficción se coquetean con una película que fue premiada en el Festival de Cine de Berlín.

En 2007, Coutinho estrenó la que algunos reconocen como su obra cumbre: Juego de escena.

Para la realización de esta docuficción Coutinho puso un anuncio en un periódico brasileño convocando a mujeres que quisieran dejarse grabar contando la historia de su vida. Hubo 83 postulantes. El cineasta, creyente del carisma, eligió a unas cuantas para grabar.

Pero el juego de escena que reclama el título se trata de que, además, Coutinho llevó a un grupo de actrices brasileñas (algunas reconocidas) para contar las mismas historias, como si se tratara de la suya propia. Así, intercalando las escenas de forma que el público se fuera dando cuenta poco a poco que “esa historia ya la escuché”.

Coutinho propuso ese juego -que se complica para los distraídos- como una forma de hallar la verdad, encontrarla en dimensiones subjetivas como las expresiones de la emoción. En lo ajeno a la razón.

La última incursión de Coutinho en el audiovisual fue en la telenovela de Rede Globo Passione (2010), donde apareció interpretando un papel menor en dos episodios.

Datos

Eduardo Coutinho nació en Sao Paulo, Brasil, en 1933.

En 1964 filmaba una cinta sobre un líder campesino. Interrumpido 20 años por la dictadura, el filme se convirtió en el premiado Cabra marcada para morir.

Se hizo reconocido internacionalmente en los circuitos documentalistas en 2002, con su obra Edificio Master.

Jogo de cena (Juego de escena, 2007) es calificada como su obra maestra.

Coutinho murió asesinado a puñaladas.

El principal sospechoso es su hijo.

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