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Butaca Paradiso mueve las formas de ver cine

Empezaron en 2017 con un trabajo de ciclos de cine que establecía diálogos entre las películas clásicas y el psicoanálisis. De a poco se amplió su labor.
Empezaron en 2017 con un trabajo de ciclos de cine que establecía diálogos entre las películas clásicas y el psicoanálisis. De a poco se amplió su labor.
Cortesía
20 de julio de 2020 - 00:00 - Redacción Cultura

Cuenta Gabriela Calvache que en Ambato ponían todas las semanas en el cine Marcelino pan y vino y ella se la sabía de memoria.

Tania Hermida dice en cambio que luego de haber crecido en medio de una familia de médicos y de haber estado lista para afrontar el mismo camino, tuvo una crisis de vocación. “Necesitaba estudiar algo vinculado con el lenguaje; empecé a ir a ciclos de cine independiente organizados por Ulises Estrella y me enteré de que la Escuela de Cine de San Antonio de los Baños, en Cuba, convocó por segunda ocasión a cursos para estudiar allá”. Se ganó una beca y cambió todo.

Stephanie Simmonds siempre pintó. Viajaba y recorría museos, pero su vínculo con el cine llega con la posibilidad de crear espacios. Los espacios que recorría.

De alguna manera las historias de estas tres mujeres que trabajan en el ámbito cinematográfico mueven la gestión de Butaca Paradiso: crear espacios para conectar ideas y desarrollar nuevas narrativas posibles.

En junio de 2017, Butaca Paradiso, imitando el nombre de esa película clásica de todos los cinéfilos, arrancó como un cineclub y este año, en medio de la crisis del covid 19, cumplió su tercer año como una institución pedagógica, de fomento y diálogo sobre el séptimo arte.

Lo celebraron con el diálogo de Tania Hermida, Stephanie Simmonds y Gabriela Calvache en formato digital, pese a todos los pronósticos en contra.

Al estilo de los grandes sueños de los que nos hace partícipe el cine, esta agrupación fundada por Eduardo Espinoza, Angélica Lainez y a la que con el tiempo se integró Aynoa Morán, siembra un espíritu cinéfilo en una ciudad en la que las propuestas de audiovisuales comerciales han desplazado cualquier intento de sostenimiento del cine independiente.

“En ese entonces solo teníamos la idea de hacer diferentes ciclos de cine cada mes, en los que hacíamos un recorrido por su historia, explorando diversos movimientos y directores. Con el pasar de los meses sentimos la necesidad de abrir nuevos espacios”, cuenta Angélica Lainez, comunicadora y gestora cultural, sobre cómo arrancó todo.

Su primera actividad fue Toto proyecta, dirigida por Eduardo que este año ha llegado a su décimo ciclo con la idea de enlazar al cine con el psicoanálisis.

“Podemos decir, a nivel conceptual, que el psicoanálisis empieza por y con el desvío, por y con la posibilidad de inconsistir un saber dado. Con esta premisa intentamos que el encuentro entre psicoanálisis y cine resulte en algo inédito; es decir, deseamos abrir la posibilidad de una lectura nueva, cada vez”, explica Eduardo.

Agrega que “desde ahí entendemos al cine como un texto que acontece y que se convierte, de una u otra manera, en un fuera de lugar que nos suscita interrogantes. Interrogantes que nos inquieten o que nos incomoden o, en todo caso, que nos muevan a seguir pensando. Esa es nuestra gran ambición”.

Pero así como Toto proyecta tuvo buena acogida, empezaron a trabajar en actividades paralelas como foros, charlas, proyecciones, algunas de ellas en colaboración con otros espacios, instituciones educativas (universidades y colegios) y festivales en el desarrollo de iniciativas culturales.

Hace un año pensaron en fortalecer  la parte formativa de Butaca con el desarrollo de proyectos como el programa de cine para niñas, niños y jóvenes “Cámaras, butaca, ¡acción!”; taller de apreciación cinematográfica para jóvenes; el desarrollo de talleres de escritura creativa como Página en blanco, dirigido por Aynoa Morán; la bienvenida a nuevos talleristas como la cineasta Ana Belén Barragán y Raúl Teba, director de casting y actores.

Su nueva integrante les permitió fortalecer vínculos con otras artes como la literatura. “Ella se encarga de desarrollar programas en Butaca que vinculan al cine con la literatura. Hoy tenemos actividades y espacios formativos para niños, jóvenes y adultos”, cuenta Lainez. (I)

Un diálogo con mujeres se repite en cada aniversario
El espacio que se inició organizando ciclos de cine clásico ha tenido como uno de sus enfoques de trabajo de visibilizar la labor de las mujeres en la industria cinematográfica.

Desde su primer evento de aniversario se han concentrado en convocar a mujeres ecuatorianas para que expongan su visión del cine, sus historias y las formas en las que se visibiliza el trabajo de las mujeres en el medio local durante el quehacer cinematográfico.

Este año las expositoras contaron sus métodos de vinculación con el género, sus expectativas y las posibilidades a las que se enfrentan cuando tienen una idea en mente.

Calvache, por ejemplo, confesó que le gusta hacer ficción, pero que quisiera ahondar en géneros como el terror.

Simmonds quisiera experimentar más en la creación de locaciones, a pesar de que en la industria local es más complicado hacerlo, no así con la publicidad que le permite generar este tipo de contenidos.

Hermida contó que lo suyo se circunscribe a la memoria. (I)

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