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Berrú ofrece noche ecuatoriana en Santiago

Max Berrú inició sus presentaciones en el jardín de su casa, en el barrio Ñuñoa, hace tres años. En el lugar se degusta comida peruana. Foto: Alejandro Tapia
Max Berrú inició sus presentaciones en el jardín de su casa, en el barrio Ñuñoa, hace tres años. En el lugar se degusta comida peruana. Foto: Alejandro Tapia
26 de octubre de 2014 - 00:00 - Alejandro Tapia, especial para El Telégrafo

Max Berrú siempre recuerda y cuenta en público que nació en Cariamanga, provincia de Loja. El músico ecuatoriano se radicó en Chile en 1962, el año del Mundial de Fútbol, pero nunca ha renunciado a sus raíces. Fundador de Inti Illimani a fines de la década del 60, Berrú se retiró de su agrupación hace años, para iniciar un camino propio, que le ha dado grandes frutos y posibilidades insospechadas. Ahora, este influyente cantautor se da el lujo de interpretar su cancionero en el jardín de su misma casa.

Cuando comienza el buen tiempo en Santiago, Max Berrú (72 años) ofrece recitales memorables en su hogar, en el barrio Ñuñoa, que se acompañan con una cena tradicional peruana: ceviche, ají de gallina y pisco sour. Todo preparado por su propia familia y amigos de años. La idea es precisamente que todo se realice en un ambiente íntimo: el propio Berrú recibe y atiende a los asistentes, su hija Aruma se encarga de que no falte nada en las mesas, mientras Cristóbal y ‘Tocori’ Berrú (sus hijos músicos) lo acompañan en el escenario.

“Los conciertos en el jardín de mi casa los empecé hace tres años, porque mi casa siempre está abierta para los amigos y a quien necesita ayuda; soy un hombre criado en la cultura solidaria y soy inmensamente feliz cuando se llena este jardín y compartimos la mesa, la música y la amistad”, cuenta el propio Berrú a EL TELÉGRAFO.

La voz de este músico ecuatoriano aún suena potente, muy afinada y cálida. El repertorio es amplio: desde canciones tradicionales del Ecuador (Mi Quito y Olvidarte jamás), corridos y rancheras mexicanas (Nuestro México febrero 23), son cubano (El carretero), además de los temas más emblemáticos de Inti Illimani, como Run run se fue pal norte, la Exiliada del sur (Violeta Parra), El aparecido y Samba Lando. Los asistentes cantan y se ríen con anécdotas que cuenta Berrú, con su bombo en el hombro.

Junto a Rafael Correa

El grupo lo completan Joaquín Figueroa, Cristian Duarte, Cristóbal y ‘Tocori’ Berrú. Hay guitarras, percusión, quenas, guitarrón nicaragüense y trompeta. Todo con un ambiente festivo, pero a la vez íntimo; una mezcla nada sencilla.

“A ninguno de nosotros, la historia nos pasa por un lado. Los cinco estamos en el cauce de la historia; no nos interesa la farándula, los circuitos de radio y televisión, no los conocemos ni nos interesan con raras excepciones. Por algo nos llamamos Los Insobornables; vivimos con la frente en alto y decimos las cosas por su nombre”, afirma Berrú, siempre ligado a la izquierda e incansable opositor a la dictadura de Pinochet.

Berrú vivió su exilio en Italia, y por eso su repertorio también incluye temas de ese país. Pero sus raíces, su leitmotiv, están en América Latina y en su Ecuador natal. Por eso, cada vez que el presidente Rafael Correa visita Chile, ahí están Max Berrú y Los Insobornables animando los encuentros de la comunidad local.

Además, una vez al año, el músico y su agrupación viaja a Ecuador, donde suelen presentarse con gran éxito. “Lo hago por necesidad emocional y biológica; tengo siete hermanos y decenas de sobrinos”.

En su última escala en Ecuador, Max Berrú y Los Insobornables se presentaron en el Ágora de la Casa de la Cultura Benjamín Carrión en Quito. Ahí, Berrú recibió un importante homenaje. Para llegar hasta este punto ha sorteado una serie de dificultades: primero el golpe de 1973 que le costó el exilio, tanto a él como a Inti Illimani. Luego la ruptura de su agrupación -que derivó en dos grupos que se presentan con el mismo nombre, pero con integrantes diferentes-, y una enfermedad que lo tuvo grave. Berrú se enfermó por el humo de cigarrillo que emanaba de los comensales del restaurante que abrió hace años y que bautizó como ‘La Mitad del Mundo’, por el conocido hito ecuatoriano.

“En ese tiempo yo vivía de mi restaurante, donde me iba bien. Como ese trabajo era estresante y los años pasan van dejando huellas. Entonces me enfermé de los pulmones por el cigarro que fumaban los clientes, porque yo no fumo. Eso, sumado a las trasnochadas y dormir poco, porque a las siete de la mañana ya me levantaba para hacer las compras en los mercados y así mi salud se fue resintiendo”, explica.

Por esta vorágine fue internado una semana en el Hospital del Tórax, cuyo director -por coincidencia- era asiduo al restaurante ‘La Mitad del Mundo’. Berrú se enteró del hecho cuando el médico lo visitó en su habitación y le confesó que era el director del recinto hospitalario, para sorpresa de todos. A partir de entonces, Max Berrú recibió innumerables muestras de cariño, que lo animaron a sacar un disco solista en 2004, que bautizó como INTImo.

“Me siento un joven de más de 70 años”, dice sonriendo el admirado músico ecuatoriano. “Cuando me retiré voluntariamente del Inti Illimani sabía que nunca iba a dejar de cantar, porque cuando nací dicen que la partera se sorprendió y dijo: ¡Este bebé no llora… ¡Esta criatura canta!’ Es por eso que yo siempre digo, entre broma y en serio que nací cantando y que moriré cantando”, concluye entusiasta.

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