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En un conversatorio afirma que “el crítico es un Vocero de la academia y el mercado”

Avelina Lésper: La gente no ve arte, ve dinero pegado en la pared

Durante su intervención, Lésper denunció que los críticos “validan todo como arte, a todo como artistas”.
Durante su intervención, Lésper denunció que los críticos “validan todo como arte, a todo como artistas”.
avelinalesper.com
03 de mayo de 2016 - 00:00 - Redacción Cultura

Una caricatura del dibujante colombiano Mico (Carlos Mario Gallego, dueño de la columna ‘El último de la fila’ en la revista El Malpensante) muestra a un grupo de personas arremolinadas alrededor de un artista que no para de hablar sobre sus obras. Detrás, un hombre le dice a otro: “Como artista es un fracaso, pero explicando su obra es insuperable”. Este dibujo ilustra, en resumen, una de las ideas que la controvertida crítica mexicana Avelina Lésper se ha dedicado a difundir por América Latina y Europa, donde dicta clases de historia del arte.

Lésper acaba de presentar su libro La farsa del arte contemporáneo el pasado domingo 1 de mayo en la Feria Internacional del Libro de Bogotá (Filbo). Durante el lanzamiento, la autora hizo -entre muchas otras-, la siguiente observación: “Al ser más importante el texto que la obra todo es susceptible de ser convertido en arte por orden de los teóricos”.

Según Lésper, el arte se produce actualmente, se sustenta sobre todo en las palabras de los artistas y de los entendidos, lo que no solo quita a los ciudadanos su capacidad de apreciar y valorar una obra, sino que promueve una intervención desmesurada del mercado a la hora de decidir qué es arte y qué no.

Uno de los mayores problemas es que, según Lésper, la sociedad de consumo no solo ha globalizado los centros comerciales, “sino también las expresiones humanas”, por lo que, en la actualidad, el precio de una obra es lo que termina definiendo su condición de arte. “La gente cuando va a los museos no ve un Degas, un Modigliani: ve dinero pegado en la pared”, apuntó la crítica mexicana, al tiempo que señalaba que “ningún gran artista o autor se hizo grande con el precio” de sus trabajos.

En ese sentido, si el arte ya se ha visto estandarizado por lo que dicta el mercado, entonces “no existe una obra de arte contemporáneo que valga la pena”, opinó. Pero tuvo algo de resistencia. Entre el público del lanzamiento de La farsa del arte contemporáneo se encontraba el artista colombiano Antonio Caro, conocido por su reinterpretación de íconos visuales de la cultura popular para realizar comentarios políticos (como cuando expuso el nombre de su país, Colombia, escrito con la tipografía de Coca Cola). Caro lanzó la pregunta: “¿No era la Capilla Sixtina una publicidad de la contrarreforma?”.

Famosa por sus diatribas contra los artistas contemporáneos, Lésper, además de lanzar las punzantes frases que acostumbra, se fijó especialmente en el papel que desempeñan los críticos y la academia. “Al ser más importante el texto que la obra, todo es susceptible de ser convertido en arte por orden de los teóricos”, dijo Lésper.

Producto de aquello, aseguró, es que las artes plásticas (como el dibujo, el grabado o la escultura), con las que se consagraron los grandes maestros, tengan cada vez menos espacio en los museos, a diferencia de lo que ella llama arte VIP (video instalación y performance).

Eran palabras fuertes, sobre todo porque estaba sentada al lado de un crítico de arte, el colombiano Lucas Ospina. En días pasados, Ospina -citado por la revista Semana- se había referido a la columna de Lésper en el diario mexicano Milenio, en la que la crítica expone artistas que considera injustamente relegados por los museos. Según Ospina, al ver estas obras, “uno los siente anacrónicos, porque no son tan elaborados en términos filosóficos”.

En el mismo artículo (titulado ‘El efecto Avelina Lésper’), Ospina dijo que talvez el problema es que quienes podrían referirse a las particularidades del arte contemporáneo, en lugar de comunicarse de forma efectiva (como Lésper), se encerraron “en un gremio especializado”. (I)

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