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El Telégrafo
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El autor ha publicado varios libros de medicina social y lleva alrededor de 3 años como columnista de diario el telégrafo

Hermida, un médico con vocación literaria

Toda su vida Hermida se ha movido entre la medicina, la historia y la literatura. Otras de sus publicaciones son ‘El cóndor y el colibrí’ y ‘De nostalgias y olvidos’. Foto: Andrés Darquea / El Telégrafo
Toda su vida Hermida se ha movido entre la medicina, la historia y la literatura. Otras de sus publicaciones son ‘El cóndor y el colibrí’ y ‘De nostalgias y olvidos’. Foto: Andrés Darquea / El Telégrafo
31 de octubre de 2014 - 00:00 - Redacción Cultura

Con varias publicaciones históricas y científicas a su haber, el médico ecuatoriano César Hermida Bustos (Cuenca, 1943) decidió incursionar en un género que desde hace tiempo trabaja con dedicación: la novela.

Si bien Hermida ya había publicado dos novelas históricas en años pasados, asegura que La carta del último día (Eskeletra, 2014) es la primera netamente de ficción. “Encontré alguna dificultad en lanzarme en la narrativa pura, porque siempre me ataba a los hechos históricos y desde allí creaba los personajes. En esta me solté y, definitivamente, me siento cómodo, mucho más libre a la hora de crear”.

El lanzamiento, que se dio en la Casa Cuenca (un centro cultural y social de azuayos residentes en Quito), contó con la participación  de Mónica Moreno, Ramiro Arias y Tatiana Neira, quienes dialogaron sobre el autor y su obra.

Según Ramiro Arias, director de la editorial Eskeletra, la vocación literaria de César Hermida Bustos se ratifica con La carta del último día, cuya prosa intimista conjuga temas como la historia, la medicina y la sabiduría ancestral aplicada en nuestros días.

“Nosotros, los editores —manifestó Arias—, tenemos un olfato que se va desarrollando con el tiempo y muy pocas veces nos equivocamos; y cuando César —que además es mi vecino de condominio— me dejó su manuscrito, lo leímos y enseguida nos entusiasmamos”.

El suspenso como hilo conductor

César Hermida cuenta que a pesar de que el protagonista de la obra mantiene ciertas características con él (también es médico cuencano), sus historias se remiten exclusivamente a la imaginación.

“Pedro vivió el mismo tiempo de nuestra generación. Fue testigo en la infancia de la tragedia de la creciente y desbordamiento del río Tomebamba que destruyó los puentes del Vado, Todos Santos y El Vergel, así como 40 años después, de la inundación de La Josefina, que finalmente fue motivo de bromas (...) pero eso sí, sus amores son solo sus amores, y vivió experiencias políticas en las más altas esferas, que son solo sus experiencias. Bueno, ustedes lo comprobarán cuando lo lean, si es que se animan” (risas).

La historia se desarrolla a lo largo de 8 capítulos en los que el lector buscará desentrañar el misterio que aguarda una carta que el protagonista —próximo a cumplir 70 años— ha escrito. A pesar de mencionarse un sinnúmero de escenarios de la segunda mitad del siglo XX, así como algunos autores (entre los que desfilan Cortázar, Murakami y Faulkner), la trama se presenta en un solo lugar: una casa de campo.

¿Pero... para qué escribe?

Lo que parecería una pregunta cliché puede ofrecernos, en gran medida, la visión particular de un autor. Frente a ello, Hermida responde: “Decir que uno escribe porque le gusta es una verdad incompleta, porque los placeres de la vida responden a necesidades humanas vitales, y están hechos para satisfacerlas; escribir me resulta vital”.

Hermida ha publicado también varios libros sobre medicina social y 2 novelas históricas. Es, además,  articulista de EL TELÉGRAFO.

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