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Heinrich Böll, un intelectual incómodo

Böll  luchó como soldado en la II Guerra Mundial y decía que la suya era una literatura “de escombros”. Su obra carga una melancolía incurable.
Böll luchó como soldado en la II Guerra Mundial y decía que la suya era una literatura “de escombros”. Su obra carga una melancolía incurable.
Foto: ge.boell.org
22 de diciembre de 2017 - 00:00 - Redacción Cultura

Hace cien años nació Heinrich Böll (1917-1985), escritor clave de la posguerra y parte de la conciencia moral alemana. Durante su vida fue un intelectual incómodo, un incitador de irritaciones continuas en diversos sectores de la sociedad.

Su obra literaria recibió en vida prácticamente todos los reconocimientos que puede recibir un escritor, incluyendo el Premio Nobel de Literatura, que obtuvo en 1972.

Algunas de sus novelas -como Retrato de grupo con señora, Billar a las diez y media, Opiniones de un payaso o El honor perdido de Katharina Blüm pueden leerse hoy como documento de la vida cotidiana y las discusiones de la vieja República Federal de Alemania.

La obra de Böll está marcada por una melancolía prácticamente incurable y es posible que él haya entendido su misión de escritor como una resistencia permanente ante la euforia y el optimismo engañoso generados por el llamado milagro alemán.

El propio Böll, quien había tenido que luchar como soldado en la II Guerra Mundial, definió su literatura como “de escombros”.

Los escombros, sin embargo, -una de las tantas herencias de la guerra- fueron retirados lo más rápido posible de las ciudades alemanas.

La insistencia en volver la vista hacia atrás convirtió a Böll en uno de los escritores emblemáticos de las décadas de los sesenta y setenta, cuando muchos alemanes empezaron una tarea de elaboración del pasado, muchas veces ante la resistencia de fuerzas conservadoras.

“Nuestros hijos no saben lo que pasó hace diez años. Aprenden nombres de ciudades que relacionan con un desabrido heroísmo: Leuthen, Waterloo, Austerlitz; pero de Auschwitz no saben nada”, se quejaba Böll en un artículo sobre Paul Celan publicado en 1954 en Die Literatur, una de las varias revistas creadas por el llamado grupo del 47.

A algunos, la protesta contra el pasado los llevó incluso al terrorismo. El rechazo a la generación de los padres fue una de las raíces de la llamada banda Baader-Meinhof y esto, a la vez, generó una reacción del Estado y de la prensa conservadora que retrospectivamente se ha calificado de excesiva y de responsable de la escalada de terrorismo que condujo al otoño sangriento del 77.

Algunos aprovecharon esa escalada terrorista para dividir el mundo en amigos y enemigos y, para determinados sectores representados entre otros por el consorcio mediático Axel-Springer, un crítico del statu quo como Böll estaba del lado de los enemigos.

Tras el asesinato del jefe de la patronal Hanns-Martin Schleyer en 1977 el diario Bild orquestó una campaña contra Böll al que llega a poner incluso bajo sospecha de ser cómplice del terrorismo.

“Fue amado, fuera de Alemania admirado con reverencia y le dio a muchos lectores una idea de libertad que iba más allá de la economía social de mercado. Tal vez también por eso fue odiado hasta la muerte por una jauría de políticos”, escribió Günter Grass en un ensayo a Böll.

Recientemente, se publicó una carta de Böll a Horst Mahler, uno de los cabecillas del Ejército Rojo (RAF) que ahora es un militante neonazi, en la que pedía al grupo que abandone la violencia.

Böll, a diferencia de muchos, nunca vio el capitalismo renano de la RFA como una especie de paraíso en la tierra. Pero sabía que el paraíso no estaba al otro lado de la cortina de hierro.

De hecho, cuando en 1974 el escritor ruso Alexandr Solzhenitsin fue expulsado de la Unión Soviética, tras haber pasado por la cárcel, el primer lugar donde encontró acogida fue en casa de Böll.

Su compromiso político ha llevado a que Los Verdes le hayan dado a su fundación política, la Fundación Heinrich Böll, el nombre del escritor.

La Alemania oficial asume hoy al escritor como parte de su herencia cultural y moral. “Heinrich Böll no solo fue el pionero de una nueva literatura alemana sino también de una nueva forma de los debates públicos en la Alemania de la postguerra”, dijo la encargada de Cultura del Gobierno federal, Monika Grütters, en su centenario.

En vida, su forma de abordar los debates no despertaba tantas simpatías de las autoridades. En 1972 su casa fue registrada por la Policía que sospechaba que el escritor escondía a terroristas de la RAF. (F) 

Biblioteca

Publicado en 1971 (libro 1)
A través de una mujer llamada Leni, Böll  hace una sátira a las novelas históricas.

Publicado en 1972 (libro 2)
Presenta la historia de Hans Schnier, un payaso ateo, a quien le ha sido vedada la felicidad.

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