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El malentendido agrupa el pulso de una generación

Fernanda Murray trabaja con esculturas y representa a la mujer como una vasija. Saskya Fun-Sang utiliza texturas.
Fernanda Murray trabaja con esculturas y representa a la mujer como una vasija. Saskya Fun-Sang utiliza texturas.
Foto: José Morán / EL TELÉGRAFO
22 de marzo de 2018 - 00:00 - Redacción Cultura

¿Cómo enfrentar a quien no   habla el mismo idioma? En tiempos de hipercomunicación los idiomas  diferencian el origen de los humanos y definen sus posibilidades de dialogar y confundirse, al mismo tiempo.

En la muestra El Malentendido, abierta por dos semanas en la galería urdesina DPM, Daya Ortiz instaló 15 parlantes. En cada uno de ellos suena un idioma distinto, mientras en una proyección una mujer sorda habla en lenguaje de señas.

A Ortiz le cuesta hablar en inglés, un idioma que no aprendió de niña. Empezó a pensar en todas las rutas que hay que transitar para intentar comunicarse en otro idioma que no es el propio. “¿Cuáles son sus conflictos cuando hablan con alguien con quien no se comparte el idioma materno?”, le preguntó Ortiz a más de 15 personas alrededor del mundo a partir de sus propias dudas.

En primer plano aparece la obra de Pablo Andino titulada Geografía del contacto humano. El artista experimenta con las formas convencionales.  Foto: José Morán / EL TELÉGRAFO

“Desde esa pregunta pensé no solo en las barreras del idioma, sino que el mundo está gobernado por oyentes y  la manera de entender el mundo tiene que ser muy distinta al no habitar un cuerpo sordo”, dice la artista.

El Malentendido, la muestra que se plantearon Pablo Andino y Andrea Vásquez junto con Fernanda Murray, Antonio López y Saskya Fun-Sang, graduados del Instituto de Arte de Chicago, surgió desde la polarización que vivieron en Estados Unidos en la era pre-Trump y las ganas de aunar sus trabajos.

En la muestra incorporaron a José Lino y a Daya Ortiz, quienes -también en sus 20- tienen una línea de trabajo similar a la de los graduados en Chicago, a pesar de tener otra formación. Su trabajo surge también desde la polarización con la que se encontraron los estudiantes de Chicago a su regreso al país.

Según Vásquez, lo primero en que pensaron para hilar sus trabajos fue en la abstracción. Esta aparece como constante en el camino que exploran. A través de este lenguaje la obra de Antonio López hace referencia a hitos de la cultura pop para mofarse de ellos en la pintura.

Lo mismo ocurre en la obra de Andino. Él utiliza formas estándar para repensarlas, como un zapato desdoblado o una caja que no es cuadrada. Saskya Fun-Sang utiliza texturas, como la lana, para representar lo femenino, secreciones y colores, como lo hace en ‘Descarga repentina de la tensión sexual acumulada’, una escultura de lana en la cual la artista hace visible un estado del cuerpo.

La obra de Fernanda Murray parte de la feminidad. En una escultura representa a una mujer-vasija, con rasgos de que ha estado rota. Para ella lo femenino también es una aspiradora, no solo por la forma cóncava sino por la capacidad de absorberlo todo de su entorno.

Vásquez trabaja con un registro visual de la lectura de un diario. La noticia anuncia el desbordamiento de un río. Con recortes, la autora representa cómo se desvía la lectura. Propone la necesidad de la escucha en la polarización “sin necesidad de sacrificar tu punto de vista es necesario escuchar”.

La muestra se concentra en el malentendido que produce, según el texto curatorial de Vásquez, la reunión de “obras que lidian con la naturaleza de espacios vacíos; espacios fangosos de nada”. Para Fun-Sang, estas obras se relacionan desde el ruido que hacen al exhibir “cosas que son tan tangibles ni visibles”, como sus modelos de himen.  (I) 

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