Ecuador, 17 de Abril de 2024
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El Telégrafo
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La mezquita Azul en el centro histórico de Estambul

Estambul es una ciudad increíble. Una parte de ella está situada  en el Viejo Continente y la otra en Asia. Y, precisamente, esa posición geográfica le da varios rostros y diferentes colores a la capital económica de Turquía, que nació como Bizancio en el año 660 antes de Cristo, y que fue refundada como Constantinopla en el año 330 después de Cristo. Un turista “consciente” repasa la historia y visita lo mejor en cada viaje. Eso hice yo cuando viajé a Estambul, que me pareció hermosa, cosmopolita y multicultural.

Me enamoré del estrecho del Bósforo, donde se unen el mar de Mármara y el mar Negro. Sobre ambos mares pasa un largo puente que conecta la ciudad de los dos continentes. A sus orillas hay restaurantes de todo tipo desde donde la vista de la ciudad es impresionante, en la mañana, y en la noche llena de luces. En el centro histórico  están los principales monumentos: el palacio Topkapi, la mezquita Azul y la iglesia Santa Sofía. Me gustó mucho la mezquita Azul, llamada también del sultán Ahmed, construida entre 1609 y 1616.

Para ingresar en ella, hay varias reglas fijas, que son parecidas a las de la Basílica de San Pedro, en Roma: sacarse los zapatos y ponerse unas zapatillas de papel que ellos proporcionan; si eres mujer debes taparte los hombros, ir con falda hasta la rodilla o pantalón, y cubrirte la cabeza con un pañuelo que puedes seleccionar en una inmensa canasta colocada a la entrada. Los musulmanes no adoran retratos ni imágenes como los católicos, por eso sus mezquitas están vacías.

Sin embargo, tienen decoraciones bastante cargadas, como la Azul de Estambul. Allí vi muchas alfombras en el piso y abrí muy bien los ojos para admirar la enorme cúpula azul, los ventanales decorados y los mosaicos azules que cubren todas las paredes. También encontré a algunos hombres que oraban de rodillas y otros que leían el Corán, mientras afuera entonaban canciones religiosas. La Estambul, esa que describe Orhan Pamuk, Nobel de Literatura en 2006, me encantó. (I)

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