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Ecuador, 28 de Marzo de 2024
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El Telégrafo
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Venezolano cuenta su historia para recibir dinero en la metrovía

Eran las 19:30 del martes cuando el transporte Metrovía llegó a la parada de Bellavista, recogió a los pasajeros y siguió su camino al centro de Guayaquil.

Dentro de la unidad una voz desesperada, alterada y con cierta amargura se escuchaba en el fondo; era la de un joven, de entre 19 a 20 años, de origen venezolano, de aquellos recién llegados.

Él contaba a los pasajeros que dejó su patria y sus estudios universitarios porque en su país no hay cómo seguir una carrera profesional ni trabajo para apoyar a la familia, por eso vino a Ecuador.

Pedía ayuda económica para sobrevivir en esta ciudad hasta conseguir un empleo. Los pasajeros entendieron y unos que otros le dieron una moneda mientras seguía con su explicación, la que fue interrumpida en la estación de la Ferroviaria, por Pedro, un joven guardia de este Sistema, que tenía órdenes de bajarlo del transporte, porque la mendicidad está prohibida para nacionales o foráneos en estas unidades.  

Un pasajero, de unos 50 años, se molestó por la actitud del guardián que intentaba convencer al venezolano que se baje en la próxima parada. “Déjalo que hable, ¿por qué lo bajas si nada está haciendo?”

Pedro le dijo al disgustado pasajero que solo cumplía órdenes y que el extranjero debía salir de la Metrovía. “Entiendo tu situación hermano, pero también debo cuidar mi trabajo porque tengo que mantener a mi familia, por eso te pido que bajes sin problema”.

Aún insistía el joven venezolano en quedarse en la unidad para conseguir más monedas, pero cuando llegaron a la parada Universidad de Guayaquil, Pedro y el foráneo se bajaron.

Pero, el guardia no sabía que una pareja de venezolanos se ocultó entre los pasajeros del mismo carro y cuando siguió el recorrido, la mujer quiso seguir el plan de su compatriota. Mas, su pobre e improvisada oratoria no surtió efecto; no obstante la pareja, que recibió visa al igual que 90.000 de sus hermanos, siguió la ruta intentando pescar alguna moneda de manos generosas que desafíen los reglamentos de la Metrovía. (I)

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