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El Telégrafo
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El turismo descontrolado arruina la vida de los pueblos y la naturaleza

El turismo descontrolado arruina la vida de los pueblos y la naturaleza
Foto: Néstor Espinosa / El Telégrafo
15 de enero de 2019 - 00:00 - Néstor Espinosa

Hace dos años la Prefectura de la provincia de El Oro construyó, en un barranco inaccesible, unos escalones con pasamanos, un pequeño puente y más escalones para que los turistas lleguen a uno de los sitios más hermosos de Portovelo, una cascada que la población local la considera encantada, por ende sagrada.

Las familias de la zona estaban agradecidas porque también podrían disfrutar del lugar, pero advertían de la contaminación. Se quejaban de que la gente arrojaba basura desde los carros, las motos. Se quejaban de que ellos no estaban acostumbrados a ver plásticos en las ramas de los árboles, botellas en la orilla de la carretera y menos pañales desechables en las orillas de sus ríos y que si no se controlaba eso todo se arruinaría.

Esa pesadilla se les hizo realidad durante las fiestas del pasado fin de año, cuando cientos de turistas de Portovelo, Zaruma, Piñas y otros puntos de la geografía nacional llegaron a la cascada Arcoíris.

Todos llevaron sus tarrinas con comida, pocos compraron de los vendedores locales que ofrecían sus productos no industriales. Los tachos para los desperdicios se saturaron, las orillas del río Salatí se cubrieron con plásticos (fundas, botellas, tapas, vasos) de todos los colores y pañales, pañales que vistieron los más pequeños para entrar en el agua. Nadie pudo llevarse su basura de vuelta a su casa y depositarla en el lugar correcto, lamentó Javier González, presidente de la Junta Parroquial de Curtincápac.

El martes 8 de enero González debió pagar a una persona para que limpie el sitio. Dos sacos de yute llenos de pañales se recolectó, tres de botellas plásticas, otros tres de tarrinas, huesos, desperdicios orgánicos, etc. Un desastre para la comunidad que además de ofrecer un sitio hermoso para distracción familiar de los turistas debió limpiar la basura que estos dejaron sin el menor remordimiento.

Necesitamos ayuda de otros organismos nacionales, enfatizó Ángel Aguilar, presidente de la Junta Parroquial de Salatí, jurisdicción que también se ve afectada por la contaminación que causan los visitantes. (I)

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