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El Telégrafo
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Shanghái deslumbra más que otras ciudades en China

En 2017 recibieron a 8 millones de visitantes locales e internacionales. Los turistas se toman fotos en la parte alta de la Torre de la Perla Oriental.
En 2017 recibieron a 8 millones de visitantes locales e internacionales. Los turistas se toman fotos en la parte alta de la Torre de la Perla Oriental.
Foto: Jimmy Tapia / El Telégrafo
30 de septiembre de 2018 - 00:00 - Jimmy Tapia Borja - [email protected]

Un tren de alta velocidad conduce desde Pekín, la capital de China, hasta Shanghái. En el trayecto, de cuatro horas y media, aparecen interminables pastos verdes, riachuelos, altas torres metálicas con cables tensados y firmes caseríos de concreto, muy distintos a las frágiles casitas del campo ecuatoriano.

El roce de las ruedas metálicas y los rieles no es tan estruendoso, pese a que una pantalla electrónica dentro del vagón, de amplios y acolchonados muebles, indica que viaja a 300 km/h.

El traslado es tan cómodo que se puede conversar sin necesidad de gritar. Solamente se siente que se moviliza tan rápido cuando otro tren bala pasa, a escasos metros de distancia, en sentido contrario.

En ese instante el pasajero experimenta un brusco zumbido de un segundo y una ligera sacudida en el asiento. Luego aparecen en el horizonte centenares de edificaciones de gran tamaño.

Es la entrada a la megápolis del Gigante Asiático, que ha sido escenario de filmes como El Expreso de Shanghái, The Lady from Shanghái, Shanghái Blues y muchos otros de menor y mayor éxito.  

Las personas caminan rápidamente entre semana. El sol hace ver más metálicos los ventanales de las imponentes construcciones en un clima tibio de septiembre.

La edificación que más destaca es una que parece “nave espacial”. Cinco circunferencias violetas, de entre 40 y 50 metros de diámetro, están sostenidas por largos pilares cilíndricos que simulan ser sus “patas”.

Los extranjeros se agolpan en la parte baja para retratarse junto a este icono arquitectónico de Shanghái: La Torre de la Perla Oriental (Oriental Pearl Tower), que se aprecia desde diferentes puntos de la ciudad.

Hay que alejarse mucho para retratarla, pues mide 468 metros de alto (es una de las que tiene mayor tamaño en el continente).

Una guía muestra el interior de esta obra levantada en 1995. En la parte baja se halla el Museo de Historia de Shanghái. En una hora se proyectan videos y fotografías de la ciudad de 24 millones de habitantes (la más poblada del país y tercera en el mundo).

Hombres con sombreros, caballos  y vehículos antiguos pasaban en antaño por sus calles, antes del desarrollo económico actual.
Los informes financieros de hoy la catalogan entre las cuatro urbes más ricas del planeta (contribuye con el 3,6% del producto interno bruto de China con apenas 0,06% de su territorio).

El Museo consta de figuras de tamaño real en escenas que reviven sus costumbres: hombres preparando té y mujeres haciendo sus ropas en máquinas artesanales. Aunque también hay extranjeros blancos consumiendo café, lo que posteriormente se convirtió en una moda.

En la misma edificación, en dos minutos, se “viaja” de ese pasado sencillo a un presente tecnológico. En la cúspide del edificio con forma de “nave” está un restaurante que se mueve 360 grados.

Con el pago de $ 53 (318 yuanes) o $ 61 (368 yuanes), además del paseo, se puede acceder a un bufet y a la vez apreciar la megápolis mientras el piso gira lentamente. En un minuto tiene frente a sus ojos un edificio y luego la vista cambia a un extenso río. Aunque, tras algunas vueltas, alguien despistado puede tener dificultades para recordar dónde queda la sección de comida o la salida.

En la noche, las luces se encienden en el centro. Focos amarillos resaltan los detalles de las construcciones que evidencian, en algunos casos, la influencia inglesa, francesa y de otras naciones europeas en su arquitectura.

La presencia de personas occidentales es más notoria en sus calles y en las tiendas también: Zara, Nike, MGM o KFC ofertan sus productos en las vías de mayor tránsito.    

Tal vez por ello Armando, natural de allí, advirtió antes del arribo que la influencia occidental es “muy fuerte” y hasta mayor que en otras localidades. Incluso, en uno de sus bares solo suena música en inglés y las cervezas que encabezan su menú son de Holanda, México y Alemania.

Por las noches, el comercio no se apaga por las turísticas zonas de People Square y Nanjing Road.

Hombres y mujeres ofrecen a los foráneos desde unas ruedas que se adaptan al calzado para transformarlos en patines, hasta relojes carteras a precios bajos. A las 23:30 siguen abiertas las fruterías.

La zona conocida como Waitan o The Bund es otro símbolo del Shanghái concurrido. Este malecón, que está al pie del río Huangpu, luce lleno de visitantes que pugnan por buscar un lugar para retratarse con un fondo de edificios luminosos. En uno se proyecta la leyenda: “Yo amo Shanghái”, tanto en mandarín como en inglés.

Los caminantes tienen un espacio de cuatro kilómetros para recorrer este sitio que hoy está en el top 10 de lugares más populares de la urbe.

Al frente pasan embarcaciones como la Oriental Pearl Cruise Dock, que muestran la ciudad desde otra perspectiva. La megápolis parece más encendida desde las serenas aguas. (I)

Las luces dan una imagen moderna a las calles de esta megápolis durante la noche. La ciudad tiene 99 espacios turísticos y 34 sitios históricos.Las luces dan una imagen moderna a las calles de esta megápolis durante la noche. La ciudad tiene 99 espacios turísticos y 34 sitios históricos. Foto: Jimmy Tapia / El Telégrafo

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