“Hellooo!”, “Nin hao!”, “¡Amigo!”. Las frases se repiten como una grabación ante el tránsito de cualquier persona por los pasillos del centro comercial Silk Market o Mercado de la Seda, ubicado en Pekín (China). 

Vendedores en locales llenos de ropas y maletas con aroma a caucho nuevo, tratan de adivinar el origen del visitante para generar empatía.

Ante el menor contacto visual entre ambos comienza el negocio de forma casi imperceptible: “¡Venga, barato, barato!”, repiten las jóvenes expendedoras que reemplazan la “ele” por la “ere”.

En ese edificio de varias plantas, de baldosas brillantes y con aire acondicionado, una tienda exhibe camisetas con etiquetas en las que reza $ 102 (700 yuanes).

A un comprador latino le interesa, pero le parece onerosa la cantidad y empieza a alejarse del lugar. Pero la trabajadora, que no domina el español, le ofrece un descuento. En su calculadora tipea una cifra y extiende su brazo hacia los ojos del hombre para que la entienda: $ 88 (por cada pieza Gucci). Pero a él aún le parece elevada la cantidad y la rechaza con un ademán.

La diferencia entre los objetos de marcas originales y falsificados son los detalles o las costuras (foto).

La oferta y la contraoferta se prolongan extenuantemente, pero al final el visitante sale satisfecho con las tres prendas: pagó $ 102 por todo.

El sitio se recomienda en las guías turísticas como uno de los “paraísos” de las compras, por los precios bajos. Incluso, hay una gigantografía colgada en la pared en la que aparece de compras allí el expresidente de EE.UU., George Bush (padre).

Las grandes plazas comerciales ofertan todo tipo de objetos, desde tecnológicos hasta comida (foto).  

Las guías también coinciden en que los precios son inflados (sugieren pedir rebajas de hasta 10 veces de lo que indican las etiquetas), además hay muchas imitaciones.

Justamente dos mujeres (una mexicana y una colombiana) ingresaron a una tienda de carteras de marcas reconocidas. Ambas se interesan por una Michael Kors. El dependiente les pidió $ 216 (1.500 yuanes) por pieza. Ellas propusieron (en inglés) una rebaja para adquirirlas. Así el precio final quedó en $ 28,88. Se retiraron felices, pero al llegar a casa notaron que los acabados no eran perfectos. La calidad de la ropa y de la tecnología en ciertas plazas comerciales del Gigante Asiático es distinta, inclusive en los mismos centros.

En Silk Market hay rótulos en los que aclaran: “No bargain (no regatear)” o donde simplemente los precios son inalterables. Es el caso de la zapatería Villa Wang donde un par de botas de hombres están a $ 90. “Es precio fijo”, aclara cortantemente la dependienta.

A pocos minutos hay otra plaza comercial conocida entre los latinos como “de los rusos”, llamada así por las gigantografías en la fachada en la que posan modelos rubias con gorros y abrigos para climas gélidos. En la parte del subsuelo se ofertan zapatos, aparatos electrónicos, juguetes, comida y más.

Allí, un latino llamado Julio adquirió dos pares de zapatos: un deportivo y otro de cuero, pero con precios diversos. Por los primeros pagó $ 15 (100 yuanes) y por los segundos $ 45 (300 yuanes). Tres meses después los deportivos se despegaron y los segundos están intactos.

Comprobó que “lo barato a veces sale caro”.

Otra sudamericana adquirió un Iphone en $ 150. El dispositivo poseía las características del modelo 6 y todos sus accesorios. El costo real podría ser tres veces mayor.

La diferencia está en la cámara. “No permite tomar fotos de lejos y tiene problemas de enfoque”. Pero también existen tiendas oficiales como Huawei y Xiaomi, que ofertan celulares y cámaras más baratas que las americanas, originales y con garantía.

En la calle hay accesorios y atuendos muy económicos y que parecen de marcas famosas, con la diferencia de la forma en la que se escriben sus nombres, como gafas “Reyban”, calzoncillos “Kelvin Clain” y zapatos deportivos “New Ramble”.

En los malls de ropa americana sí se comercian los originales. Los costos, en algunos casos, son superiores a los que están en Ecuador.

En Guangdong, referente económico de China, Luo Jun, director general de la Oficina de Relaciones Internacionales de la provincia, aclara que los artículos defectuosos no salen de allí. Recomendó a los importadores no comprar artículos de mala calidad para subir la ganancia. (I)