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Madrugar es la única fórmula para llegar a tiempo en Quito
Viajar todos los días desde el noroccidente de Quito hasta el llamado centro-norte o el sur de la ciudad y no llegar tarde siempre resulta complicado. Y más si se lo hace en bus. Requiere de cierto cálculo, algo de suerte y la aplicación de ciertas estrategias. No importa que ocho rutas de transporte cubran el recorrido entre esos puntos.
Si la hora de entrada al trabajo, la cita personal o la diligencia es antes de las 08:00, lo mejor es llegar a la parada antes de las 06:30. El lunes 21 de enero, por ejemplo, las unidades llegaban al cruce de la av. Mariscal Sucre y Flavio Alfaro repletas alrededor de las 06:35. Cinco minutos hacen una gran diferencia.
Buena parte de los ocupantes eran, como siempre a esa hora, alumnos de los planteles ubicados a lo largo de la ruta. Cuando las cosas apremian, la opción es empujar, apretujarse, vigilar los bolsillos y esperar que los estudiantes desocupen el carro poco a poco.
El proceso tarda, generalmente, unos cuatro o cinco kilómetros hasta la Universidad Tecnológica Equinoccial (UTE). Aprovechando cierta holgura de tiempo, este lunes opté por dejar que pasaran cinco buses. Unos ya llegaron copados y otros terminaron de repletarse con las personas que llenaban la parada.
Al final y tras 20 minutos de espera, un sexto vehículo con espacio suficiente se convirtió en mi transporte. A esas horas, es posible desplazarse con cierta tranquilidad.
A partir de las 07:10, sin embargo, las cosas cambian. La dinámica urbana se modifica y los autobuses empiezan a llenarse de oficinistas y empleados.
Lo mismo ocurre con las vías, que se repletan de automotores que transportan a estresados conductores que tratan de abrirse espacio a golpe de claxon.
Y si la calidez de las sábanas o el sopor del frío de las mañanas quiteñas te vence y sales tarde de casa, lo mejor es ecomendarse al cielo para que no haya un choque ni un carro dañado, porque entonces sí, la cosa se pondrá fea. (I)