Eran las 23:00 de un sábado. Paty y su esposo caminaban apresurados en medio de la escasa iluminación del pasaje de su ciudadela, en el norte de Guayaquil. Cuando subían por una escalera que los conducía a la puerta de su domicilio, su cónyuge se da cuenta que su zapato estaba sucio y olía mal; había pisado la deposición de un perro.

“Son mis zapatos favoritos, no me di cuenta de que pisé excremento. Por qué los dueños de mascotas no se preocupan de recogerlo. Ahora tengo que limpiar todo el piso”, exclamó Paty, quien se sacó los zapatos antes de ingresar a su hogar.

Desde 2016, el Municipio de Guayaquil estableció una multa del 10% del salario básico unificado para los propietarios de mascotas que no recojan las deposiciones en las vías y espacios públicos.

Pero esa disposición no se cumple a cabalidad. Los dueños sacan a pasear a sus perros en las noches y dejan regados sus desechos. Sin embargo, hay que reconocer que algunos sí lo hacen. Llevan una funda y retiran el excremento de su perro y lo botan a la basura.

En Quito la ordenanza 048 también obliga a las personas que tienen perros u otros animales a adoptar medidas para que sus deposiciones no queden en la vía pública. Si incurren en esta infracción serán sancionados con entre el 45% y el 90% del salario básico unificado.

Paty le recordó a su esposo que los defensores de los animales lograron que en el artículo 249 del Código Orgánico Integral Penal (COIP) se establezca: “La persona que por acción u omisión cause daño, produzca lesiones, deterioro a la integridad física de una mascota o animal de compañía, será sancionada con pena de 50 a 100 horas de servicio comunitario. En cambio, si se causa la muerte del animal será sancionada con pena privativa de libertad de tres a siete días”.

Ahora Paty, quien ya lavó sus zapatos con detergente, piensa que ellos y todos los  ciudadanos, sobre todo los dueños de animales, deben remediar esta situación y mantener la cultura del aseo. (I)