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Ecuador, 28 de Marzo de 2024
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El Telégrafo
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El acoso verbal a las mujeres se vive en las calles y en los buses

”Reinita, ¿la acompaño?”, se escucha desde el tercer piso de una construcción, en la intersección de la av. 12 de Octubre y Roca, en el norte de Quito. Mientras un obrero coloca cemento, arena y agua en una mezcladora, Ana Pillajo, estudiante universitaria, camina  presurosa por la calle Wilson con dirección a la 12 de Octubre. “Todas las mañanas paso por aquí para ir a la universidad, prefiero cruzar la vereda para no escuchar los silbidos y groserías que me dicen los trabajadores”.

Uno a uno, los audaces albañiles van pronunciando los piropos. “Una miradita para este ciego de amor” y “Mamacita, pareces una sardina enlatada y aquí está tu abre latas”, son algunas de las frases con las cuales pretenden llamar la atención de las chicas.

Mientras Pillajo ingresa a la Universidad Salesiana, Lina Cruz espera un bus de la Cooperativa Alborada. El controlador va colgado de la puerta y grita: “Al Estadio, El Inca, Comité por toda la 6’”. Cruz extiende su brazo y la unidad se detiene. El controlador se baja, se acerca a su oído y le dice “Con esa delantera, de seguro el Barcelona, por fin, gana en Casa Blanca (Estadio de Liga)”. Con el pretexto de ayudarla a subir, la toma de la cintura. Ella lo mira con sorpresa y él, enseguida, ensaya otra frase: “Siga preciosura, atrás hay espacio o si quiere siéntese a mi lado”.

Por el Quicentro Shopping, un hombre de unos 40 años se sienta junto a ella, en la tercera fila. Le pregunta si el bus pasa por el Colegio Shyris. Con cierta indiferencia, responde que no sabe. Cruz sigue revisando los mensajes en su celular y el desconocido intenta otra vez entablar una conversación. “¿Hasta dónde vas?” Ella lo ignora. La situación se vuelve más incómoda cuando él empieza a acercarse, rozando su pierna con la de ella. Al llegar a El Inca, Cruz se baja. Al pagar el pasaje, el controlador la sujeta de la mano. “Chao mi amor, mañana la espero en la parada para traerla”.

Casos como este son frecuentes en Quito y otras urbes del país. En la capital existe una iniciativa para frenar el acoso. (I)

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