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Artículo sobre el narcisismo

Artículo sobre el narcisismo
26 de abril de 2015 - 00:00

Con respecto al artículo “La generación del Narciso necesita mirarse a sí mismo”, publicada en el suplemento “de 7 en 7” del domingo 19 de abril 2015.

Fernando Cornejo León, médico especialista en Psiquiatría.

En mi calidad de Médico Especialista en Psiquiatría, con un Magister en Neuropsicofarmacología, me permito realizar algunas aclaraciones con respecto a artículo antes citado, pues existe una confusión en los conceptos.

Consideraciones:

Dice el artículo: “Para quienes abordan al narcisismo desde la psicología, se trata de una enfermedad cuyas víctimas, más que los propios afectados, son las personas que se relacionan con ellos”.

Esta aseveración estigmatiza a los pacientes que sufren algún tipo de patología mental, en este caso un trastorno narcisista. Se define como enfermedad mental a “condiciones graves que pueden afectar la manera de pensar, el humor y el comportamiento de un individuo” (Instituto Nacional de la Salud Mental EEUU). Pensemos que estos enfermos están permanentemente afectados por su condición crítica sobre la cual no tienen dominio. El planteamiento realizado por la periodista es discriminador, pues equivale a que se diga que un enfermo de cáncer terminal victimiza a su familia por los intensos dolores que este padece y por tanto es inaceptable.

Imagine Usted, ser presa de pensamientos e interpretaciones erróneas e inflexibles, durante todo el tiempo y que no los puede controlar, sufre más la persona aquejada por este mal o quiénes se relacionan con ellos? Si este concepto fuese cierto, estaríamos a puertas de regresar a la psiquiatría pre-pineliana en la cual el tratamiento debería ser aislar o expulsar a los enfermos mentales de la sociedad y no como pretende la psiquiatría moderna, integrarlos de la mejor manera posible y que usen todas sus potencialidades.

Dice el artículo: “En esta cultura del yo, los individuos experimentan una necesidad desmesurada de admiración”

Al hablar de “la cultura del yo”, se está generando una grave confusión de conceptos, una cosa es un patrón cultural en el cual una sociedad marca estereotipos de reconocimiento de sí mismo y otra es un patrón individual de conducta que no es consciente y está determinada por patrones biológicas, psicológicos y sociales.

Párrafos más adelante, al citar el texto de divulgación científica de Kluger, nuevamente se confunde una conducta vigente y aceptada por la cultura predominante como son los “selfies” y las redes sociales con la enfermedad que pretende analizar líneas antes, es decir que hace uno solo de los patrones culturales con una patología psiquiátrica, lo cual obviamente es erróneo.

Dice el artículo: “Este deseo por ser admirado —que forma parte de ciertas personalidades— puede convertirse en una enfermedad. Se trata de personas que viven pendientes de mantener y ofrecer a los demás una imagen irreal e idealizada de sí mismos con el único propósito de fascinarles y obtener su admiración. Incluso cuando hablan de sus problemas pretenden que estos sean especiales. Pero ¿qué ocurre cuando están solos y no tienen quién los alabe? En ese caso, se evaden a un mundo ficticio en el que todo son triunfos y éxitos. Así, viven estas situaciones a través de la imaginación, como un modo compensatorio de llevar a cabo los deseos que la vida real no es capaz de satisfacerles. Por lo general, son personas con una gran tendencia a compararse con los demás. Les molestan los triunfos ajenos como si estos desluciesen su imagen.

En estos días, el trastorno narcisista —como los psiquiatras llaman a esta enfermedad— es un tema de debate en el mundo por una razón muy sencilla: esta patología pudo haber desencadenado la tragedia que tuvo lugar el pasado 24 de marzo cuando el avión de Germanwings se estrelló en los Alpes franceses.

Los psiquiatras y psicólogos que se han aproximado a este caso sostienen que el comportamiento del copiloto Andreas Lubitz está más relacionado con un trastorno narcisista que con un cuadro depresivo.

Aunque es complicado dar un diagnóstico certero sin haber tratado el caso, los especialistas se atreven a asegurar que quienes presentan este trastorno tienen una elevada tasa de suicidio”

Los deseos no se transforman en enfermedades, nadie desea estornudar y que ello se transforme en una gripe. La conformación de la personalidad se da por el temperamento y el carácter, el uno heredado y el adquirido durante el ciclo vital. Se define como trastorno de la personalidad “una acentuación de uno o varios rasgos que hace que el individuo tenga una experiencia interna con comportamientos completamente desarraigados a su cultura como cambios en la cognición (formas de percibir e interpretar los acontecimientos), afectividad (cambios emocionales bruscos) y control de los impulsos, este patrón es inflexible y provoca malestar significativo” (DSM IVTR). El trastorno narcisista de la personalidad, que se encuentra dentro del grupo B, implica grandiosidad en la imaginación y el comportamiento, necedad de admiración, falta de empatía, sentimientos de auto importancia, fantasías de éxito ilimitado, exigencias de admiración, aprovecharse de terceros y sentimientos de envidia y arrogancia. (DSMIVTR).

Se estima que la prevalencia de los trastornos de personalidad (existen 10 tipos de trastornos) es de 2.1, es decir que menos de un 0,5% de la población padecerá un trastorno narcisista de la personalidad (Belloch).

Es una ligereza decir que el piloto alemán aparentemente causante del terrible accidente acaecido en los Alpes, haya tenido tal o cual patología, eso es incomprobable, adicionalmente se puede argumentar sobre al menos una decena de enfermedades psiquiátricas y no psiquiátricas que el piloto haya podido tener para causar este tipo de circunstancia. El lanzar una hipótesis de esta naturaleza, sin ningún tipo de comprobación, lo que hace es incrementar el estigma que padecen los ciudadanos con enfermedades de salud mental y favorecer las exclusiones que sufren los mismos.

Es falso aseverar que los pacientes con trastornos de la personalidad tengan una alta tasa de suicidios, en primer lugar es preciso comentar que en el estudio de Coid et al en el Reino Unido el 11% de personas con trastornos de personalidad en general informaron de conductas violentas versus un 7% de la población sin trastornos de personalidad, esta diferencia no fue estadísticamente significativa, es decir los sanos y los enfermos psiquiátricos son igual de violentos. Cuando se hace una valoración de las conductas violentas, no se debe incurrir en el llamado error fundamental de la atribución, un sesgo que consiste en sobrestimar la influencia disposicional y subestimar la influencia situacional (marco de la situación, interacción con la víctima, motivaciones exógenas diversas, etc.)

Por último, cabe mencionar que entre todas las patologías psiquiátricas son las depresión, el trastorno bipolar (en etapa depresiva), la esquizofrenia y el alcoholismo los que lideran las tasas de suicidio consumado, siendo los trastornos de personalidad principalmente de tipo límite los que lideran la lista de intentos de suicidio.

Profundizando aún más, de todos los intentos de suicidio, los más graves fueron dados por los pacientes con una patología en el eje 1 (por ejemplo depresión, trastorno bipolar o esquizofrenia) y los menos graves ligados principalmente al trastorno límite de la personalidad (Earle et al), inclusive dos metaanálisis sistemáticos encuentran claramente que la ideación suicida no necesariamente tiene relación con los intentos de suicidio ni con el suicidio consumado (Large y Nielsel), lo que difiere conceptualmente de manera significativa con lo expuesto en el artículo.

Dice el artículo: “Algunos trastornos de personalidad, como el narcisismo extremo, pueden convertirse en un factor para que las personas que buscan quitarse la vida, maten a otras al mismo tiempo.”

Esta afirmación es sumamente grave y estigmatizadora.

Sin contar con que ningún tipo de clasificación determina la existencia de un “narcisismo extremo”, con se arguye en el artículo, tampoco existe un solo estudio que demuestre esta aseveración y más aún tampoco conocemos de hechos anecdóticos que nos permitan realizar al menos un estudio de caso para ello, se cae en un alarmante sensacionalismo que vulnera los derechos fundamentales de las personas que padecen este tipo de patologías.

Las cárceles están llenas de sujetos calificados como “sanos” y que han cometido crímenes innombrables debido a fenómenos multicausales, el enfermo mental no es un sujeto peligroso ni siquiera en potencia como se lo quiere hacer ver con esta afirmación temeraria.

Dice el artículo: “Cuando abordan este trastorno, muchos psicólogos coinciden en asegurar que a los narcisistas no les ha ido mal, porque, con frecuencia, ascienden en el trabajo, gracias al carisma que suelen proyectar y a lo bien que se venden a sí mismo”

Nuevamente confusión, un paciente con un trastorno de personalidad clínicamente demostrado tiene por las características de la patología un desempeño social y laboral deficiente dada la escasa flexibilidad de su comportamiento y sus acciones. Probablemente, la autora quiera referirse quienes tienen rasgos de personalidad narcisistas, que no constituyen de manera alguna un problema psicopatológico sino una forma de ser y actuar completamente legítima como muchas otras.

Conclusiones:

  1. El artículo confunde en uno solo conceptos socio-antropológicos es decir los rasgos culturales de una sociedad que pretendería hacer un culto al individuo, rasgos de personalidad que todas persona posee y una enfermedad clínicamente descrita.
  2. El artículo estigmatiza a los pacientes psiquiátricos que padecen trastorno narcisista de la personalidad y otros, describiéndolos como violentos, potencialmente riesgosos y como un factor para ocasionar muertes de terceros, sin evidenciar estudios científicos que demuestren esto.
  3. El artículo asevera datos que no están demostrados científicamente como una alta tasa de suicidios en los pacientes con trastorno narcisista de la personalidad, no cita fuentes de los datos expuestos y por lo tanto informa erróneamente.
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