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Punto de vista
Mismo ADN, diferente concepción
Es difícil analizar un partido cuando los dos equipos tienen en su ADN el mismo gen, pero se diferencian en su concepción. Muy distinto sería si uno de los oponentes presentara mecanismos muy distantes, situación que no tiene este Chile vs. Argentina. Los equipos juegan normalmente como siente y vive su entrenador, la única diferencia es que ese reflejo se plasma cuando éstos tienen capacidades superiores.
Chile modificó su frecuencia desde el arribo años atrás del argentino Marcelo Bielsa, quien descubrió la identidad e idiosincrasia futbolística de un país que vivió siempre arañando posibilidades.
Esta versión mejorada de aquel primer experimento ya asimila la idea y la desarrolla con una naturalidad envidiable. La actual generación espontánea que lidera Jorge Sampaoli siente el juego como propio y lo venera con su entrega constante sin renunciar nunca a sus principios. Las falencias más grandes de esta propuesta se conciben desde el desequilibrio natural que se genera por la avalancha de sometimiento ofensivo que intenta su adiestrador con los adversarios y que los obliga a tomar riesgos en defensa.
Otro aspecto que no es tan significativo pero sí produce alguna duda es la falta de plan B, subrayo esto porque cuando no encuentra los caminos como contra Uruguay, por ejemplo, se estampa contra sus propias dificultades y apela mucho a lo individual.
En lo que se refiere a puntos altos, podría resaltar varios aspectos pero desmenuzaré los más destacados en un orden de valor. Primero es su transición rápida en sectores opacos del campo donde no pierde tiempo y siempre incomoda al rival y lo lleva a activar las alarmas de concentración absoluta. Por otro lado la verticalidad preponderante del juego solicita jugadores veloces y de buen pie, situación que abunda en el caudal ofensivo de este plantel que goza de estas características comandadas por el intratable Alexis Sánchez, que apoya sus ideas en un Valdivia que siempre encuentra el mapa del partido escoltado por el caudillo Vidal.
Del otro lado de la cordillera encontramos un paladar diferente, que tiene como catador principal a un público extremadamente exigente y a la vez ávido de que esas formas que van apareciendo y se extrañaban tanto consoliden un logro importante que se hace esquivo hace décadas. Hay equipos que juegan con una idea madre que nace desde sus características individuales y otras que pregonan un estilo determinado para que su hombre diferente potencie sus virtudes más determinantes. Gerardo Martino mejoró y potenció su caudal de ideas con el paso por Barcelona de España y entendió que sus futbolistas deben hilvanar un juego punzante que irónicamente se asocie con la paciencia del caso para que Leonel Messi y compañía activen todos los mecanismos que descompongan a los rivales de turno. El primer pase es fundamental en esta ideología y por eso el adiestrador mecaniza que sus laterales suban mucho dando amplitud al campo y a la vez que los centrales sean opción de auxilio mientras Javier Mascherano, el encargado especial de gestionar esa orden tenga el panorama ideal para concebir el tejido de cada jugada. Los desmarques en este funcionamiento destacan a la Argentina que también deposita en la jerarquía de cada integrante aquella esencia de potrero que encontró después de mucho buscar en algunos jugadores actuales. Esta selección peca de confianza en algunos casos y eso es una debilidad significativa. Avizoro un encuentro de alto voltaje con mucho pudor y honradez en cada oferta futbolística que estará supeditada en encontrar un ganador categórico al que sepa aprovechar el más mínimo detalle. (O)