“Cuando Walter Ayoví se retire será porque él quiere dejar al fútbol, no porque el fútbol lo deje a él”, dice Tonny Ocampo, kinesiólogo que conoce al esmeraldeño desde 1999, cuando se vinculó a la selección ecuatoriana que participó en el Campeonato Sudamericano Sub-17 organizado en Uruguay.

A partir de ese primer contacto con la piel ‘tricolor’, Walter ha sido uno de los más convocados, quemando procesos en los combinados sub-20, sub-23 y mayor. La única vez que no formó parte de un evento importante sucedió en 2006, cuando el técnico colombiano Luis Fernando Suárez no lo citó para la Copa del Mundo que se celebró en Alemania.

A partir de la edición 2001 estuvo en 5 de 6 ediciones de la Copa América (jugó 995 minutos en 12 partidos) y en las eliminatorias de los mundiales de 2002, 2006, 2010 y 2014. Ahora, a 48 días de cumplir 37 años, el polifuncional elemento de 1,73 metros anunció que la de EE.UU. fue su última Copa América. Eso sí, aspira a estar en buena forma para continuar en la lid clasificatoria a la Copa del Mundo de 2018 y además, si Ecuador obtiene cupo, intervenir en lo que sería su tercera presencia en una brega planetaria.

Ayoví despierta la admiración de Ocampo. No es muy común ver jugadores con más de 35 años con picos altos de rendimiento. Esto se debe, prosigue, no únicamente a que sea genéticamente bien dotado, sino a que sabe cuidarse.  

Contribuyen a su extensa carrera su tranquilidad y seriedad en sus funciones, delicadeza para dirigirse a los demás y ser un hombre confiable, características que, sin dudas, le valieron el respeto de todos. Aquello casi siempre le generó un buen ambiente de trabajo, indispensable para tener estabilidad emocional y alcanzar el éxito en cualquier actividad.

El único instructor con el que Ayoví no tuvo una gran relación es el uruguayo-paraguayo Éver Hugo Almeida, que lo dirigió en El Nacional (2006). El volante dice que no le daba continuidad como titular.

Enfatizando en su carácter sereno, Ocampo añade que la capacidad de liderazgo de Walter es diferente a la de otros, quienes se convierten en capitanes de sus conjuntos por ser temperamentales. Ayoví asumió esa responsabilidad por su sensibilidad y solidaridad. “Creo que, como Álex Aguinaga o Iván Hurtado, se despedirá con el brazalete en el brazo”.

Su grado de tolerancia es tal que siempre tomó con humor ser el jugador de la ‘Tri’ con más triunfos en la elección del Rey Feo, un juego que instauró Hernán Darío ‘Bolillo’ Gómez durante su etapa al frente del elenco abanderado.

Pero esa forma de ser se complementa con una disciplina laboral a prueba de todo. El preparador físico César Benalcázar, que coincidió con Ayoví en Emelec (2002) y El Nacional, indica que el lateral por izquierda de la selección no solo respetaba los horarios de entrenamiento, las dietas y las horas de descanso, sino que se esmeraba por perfeccionar. En El Nacional, a él y a otros elementos, como Antonio Valencia, se puede decir que, bajo pedido, les dotó de un desborde más rápido y explosivo mediante ejercicios como tirar de trineos en arena.

“Muchas lesiones pueden darse por un sobreentrenamiento o la falta de él. Walter ha cuidado esto con mucha minuciosidad, por eso tiene las defensas suficientes para reducir afectaciones musculares. Al igual que Wellington Sánchez y Christian Lara, conforme avanza la edad, saben qué hacer para mantener sus cualidades físicas; son profesionales al 100%”, detalla Ocampo.

Otro puntal que hizo de Walter un triunfador es su predisposición a colaborar con las necesidades del equipo; ubicándose como lateral por izquierda o volante. Eso lo corrobora el estratega Carlos Sevilla, que lo tuvo en el Emelec de 2002.

También cuenta el aprendizaje que le dejaron los errores, pues desde que Walter Ayoví fue sancionado por recurrir a documentos falsos para reducirse la edad y variar su nombre en 1999, no se ha conocido sobre otra irregularidad; al contrario, su desempeño ha acaparado los aplausos. (I)