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El Telégrafo

Argentina, otra ocasión para reivindicarse

Los jugadores argentinos celebran la clasificación a la final tras la victoria conseguida el martes ante EE.UU.
Los jugadores argentinos celebran la clasificación a la final tras la victoria conseguida el martes ante EE.UU.
Foto: AFP
23 de junio de 2016 - 00:00 - Marcelo Izquierdo, corresponsal en Buenos Aires

La selección argentina posee casi todo. Es la primera en el ranking mundial de la FIFA, juega al fútbol con una clase que pocos pueden igualar. Gana, gusta y golea, tiene al mejor del mundo, Lionel Messi, y hasta se da el lujo de dejar en la banca a Sergio ‘Kun’ Agüero, que sería titular en cualquier otro combinado de primer nivel.  

¿Pero qué es lo que le falta entonces para tenerlo todo? La respuesta suena injusta: un título después de dos finales perdidas, la del Mundial de Brasil 2014 (0 a 1 ante Alemania en tiempo suplementario) y la Copa América de Chile 2015 (ante el local y por penales).

El domingo, en la final de la Copa América, en Nueva Jersey, esta generación destacada de futbolistas -liderada por Messi, Gonzalo Higuaín y Javier Mascherano- tendrá una nueva oportunidad de dar su merecida vuelta olímpica tras la goleada 4 a 0 en semifinales ante una selección estadounidense a la que vapuleó y ni siquiera dejó patear al arco una sola vez.

Hoy pocos dudan de que Argentina merece un título para coronar sus grandes actuaciones de los últimos tiempos, más allá de tropiezos puntuales como ante Ecuador en las eliminatorias a Rusia 2018.       

Hay un dato sumamente revelador: en los últimos tres grandes torneos internacionales que disputó (Brasil 2014, Chile 2015 y EE.UU. 2016) jugó hasta ahora 18 partidos y no perdió ni uno en tiempo regular. Solo cayó ante los alemanes en tiempo extra en un juego parejo y en el que desperdició claras ocasiones, y ante Chile en la ruleta de los penales. “Para cambiar esto hay que ganar”, resumió el DT Gerardo Martino. Messi lo secundó: “Ojalá se dé  de una buena vez”.      

Ese exitismo tan argentino es lo único que hoy le juega en contra a su selección. En el fútbol argentino solo hay lugar para los ganadores. Ya lo dijo Carlos Bilardo, exentrenador campeón del mundo en México 1986, después de perder la final ante Alemania en Italia 90: “Del segundo nadie se acuerda. El segundo es el mejor de los perdedores”. Bilardo incluso se sacó del cuello la medalla de plata y la tiró.  

Ahora toda la prensa se llena de elogios para esta selección bautizada por el diario deportivo Olé como el ‘Dream Team’ (el equipo de los sueños). “Es un equipo perfecto que sigue invitando a soñar”, prosiguió Olé en su comentario tras la goleada ante el equipo anfitrión. Pero su director, Leonardo Farinella, fue el que pidió hace menos de un año que Messi no juegue más en la selección por considerarlo responsable directo de las dos finales perdidas.  

Aun hoy, después de que Messi se convirtiera en el máximo goleador de la historia de la Albiceleste con 55 tantos tras el espectacular tiro libre que significó el segundo gol de su equipo en la victoria 4 a 0 ante Estados Unidos, hay muchos argentinos que piensan que el crack del FC Barcelona es simplemente “un pecho frío” que -dicen- se ‘borra’ en los partidos decisivos.

Se olvidan de que, sin él, Argentina seguramente habría pasado apenas y sin gloria la primera ronda de Brasil 2014 en la que convirtió cuatro goles y arrastró al equipo hasta la final. Lo mismo hizo en Chile y ahora en Estados Unidos.

Mientras muchos lo idolatran, otros lo siguen comparando con Diego Maradona y le endilgan que el ‘Pibe de Oro’ sacó a la Albiceleste campeona del mundo y Messi aún no, como si tuviera la obligación de pagar la cuenta de 23 años sin títulos, desde la Copa América de Ecuador 1993.    

Son 23 años en los cuales Argentina ganó dos medallas doradas en Juegos Olímpicos (en Atenas 2004 y Pekín 2008 con Messi en cancha) y que sus fanáticos ignoran, aunque en cualquier otro país significarían logros históricos. Y sin contar los cinco títulos juveniles obtenidos desde entonces, uno de ellos también con Messi en Holanda 2005.

¿Cuál es la diferencia entonces entre los dos más grandes jugadores de la historia argentina y acaso del mundo? La respuesta es simple: Jorge Burruchaga, aquel enorme volante ofensivo, pudo convertir el 3 a 2 final de México 1986 lo que otros fallaron en Brasil 2014. Messi y compañía merecen más el título que los exitistas hinchas argentinos.   

Pese a eso, los argentinos celebraron puertas adentro el pase de su selección a la final de la Copa América. En una noche fría del invierno austral las calles de Buenos Aires lucían desiertas poco después de la medianoche, hora local, cuando terminó el partido jugado en Houston. Tampoco se escucharon bocinazos para celebrar los goles. Sin gran ruido, pero felices, los argentinos, pasionales hinchas, parecen guardar la fiesta para el domingo, cuando esperan celebrar con desahogo después de 23 años de no ganar un título con su selección. (I)   

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