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El Telégrafo

Juan Cazares puede asumir el liderazgo y se postula como el futuro conductor de la selección

La Tricolor está adaptándose al recambio generacional y busca un nuevo ‘cacique’

La Tricolor está adaptándose al recambio generacional y busca un nuevo ‘cacique’
17 de junio de 2015 - 00:00 - Claudio Campos, entrenador de fútbol

Es difícil plasmar una idea cuando infortunios tan drásticos llegan en momentos clave. Esta nueva selección ecuatoriana está en la etapa de poner en práctica sus nuevos descubrimientos tácticos, los cuales, de a poco, están asimilando los jugadores, pero no con la rapidez que ameritaba esta exigente Copa América.

El juego ante Bolivia era el escenario ideal para saltar la primera trinchera y comenzar a jugar con la confianza como aliada, pero todo se derrumbó en instantes de desconcentración y falta de compromiso.

Bolivia, con mucho orden, aprovechó de manera letal los regalos de la defensa ecuatoriana y transformó cada llegada en gol, ostentando un poder de eficacia demasiado alto.

La confusión se adueñó de todos, provocó que se presionara de manera desorganizada y que existieran incursiones individuales desesperadas dejando de lado los imprescindibles mecanismos de conjunto que con seguridad se han trabajado.

Hubo algunos indicios, al final del primer tiempo, que la idea es asociarse y lastimar al rival con la pelota al ras del piso, pero las escasas oportunidades encontraron a un ansioso Énner Valencia que con sus ganas intactas está lejos de aquel delantero fino y punzante que es.

Todo se evaporó y quedó en nada, demostrando una vez más que el fútbol es de contagio y estados de ánimo. La selección boliviana creció en esos aspectos aferrándose a la consigna clara de ser simplemente pragmáticos y trajinar conociendo sus múltiples falencias.  

Los ingresos de Juan Cazares y Renato Ibarra dieron frescura y claridad al juego. Con eso el equipo dirigido por Gustavo Quinteros dominó y no dejó que su rival cruzara en toda la segunda parte la mitad de la cancha, sometiéndolo constantemente con buen fútbol por momentos y en otros a los empujones.

Su rival se refugió cerca del área, amontonó gente y ensució constantemente el desarrollo del juego buscando que pasen los minutos.

Jefferson Montero insinuó mucho y concretó poco, la única jugada que estuvo a su altura terminó en el primer gol, pero de ahí sus falencias a la hora de decidir son alarmantes.

Miller Bolaños tiene un capítulo aparte porque el rendimiento que solicita una cita internacional de  tal magnitud está muy distante de los chispazos que mostró, y a falta de otros que marquen diferencias individuales en ataque, las expectativas se depositan en él, cosa que no ha podido cubrir.

Hoy el puesto de líder en la selección está vacante, porque ningún jugador adquirió ese rótulo, que puede ser desde la personalidad como también de lo futbolístico, asignatura que todo equipo bien conformado debe ostentar. Ayoví, con más de 100 partidos, no asimiló esa situación y miró de reojo esa tarea que no todos tienen la capacidad de tomar dejando que su aporte pasara por otro lado.

Los problemas de distribución de juego son llamativos, Christian Noboa no consigue ser el patrón y guía que pide a gritos el equipo, sumado a esto aún no  se encuentra un socio ideal en materia de posicionamiento táctico para poder explorar todo su potencial; es allí donde descansa una de las tareas más difíciles para el DT en este momento porque precisa de un futbolista que le haga el trabajo sucio en la mitad.

Positivo saber que un joven como Juan Cazares pueda asumir el juego y se postule como futuro conductor, aunque todavía debe sortear varios requisitos para tener esa licencia.

La mayoría siente como nefasto el resultado. Es normal incurrir en deseos de desaprobación y pedir cambios urgentes, pero en el fútbol los momentos dominan los destinos y hoy Ecuador está pagando caro un recambio generacional que debe asumir como natural, asimilando que aparte se intenta cambiar de idea futbolística.  

La desazón de hoy, con trabajo, tiempo y paciencia, se puede transformar en orgullo y satisfacción en un futuro cercano, por eso es indispensable entender que la selección es de todos, nos une y no merece que nadie le dé la espalda. (I)

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