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El Telégrafo

Celebraron en el palacio la moneda

El trofeo se mira y se toca durante el festejo de La Roja

El trofeo se mira y se toca durante el festejo de La Roja
06 de julio de 2015 - 00:00

“¡La Copa se mira y se toca!”. Ese fue el grito que entonaron la noche del sábado pasado los más de 40 mil hinchas chilenos que repletaron el estadio Nacional y que luego se replicó por todo el país, desde Arica a Punta Arenas, como un fuerte desahogo. Unido como nunca, Chile festejó hasta la madrugada la obtención del primer título internacional en sus más de 100 años de historia futbolística. Esto, tras el duelo ante Argentina, una final soñada que La Roja terminó ganando a penaltis (4-1), un hecho completamente inédito.

“¡Chile campeón! ¡Chile, Chile, Chile campeón!”, gritaban los jugadores comandados por el capitán Claudio Bravo, después de que Alexis Sánchez sentenciara el triunfo de la selección, con un penalti lanzado a ‘la uruguaya’.

El ‘Niño Maravilla’, de irregular performance en el torneo, lanzó como en cámara lenta y cuando el guardameta Sergio Romero estaba vencido, en el suelo en el arco sur del Nacional, corrió con su torso desnudo para festejar. La celebración recién había comenzado.

En medio de los festejos en el estadio Nacional y antes de recibir la copa, hubo una imagen especialmente emotiva que se coló en la transmisión del encuentro. Mientras sus padres esperaban la entrega de las medallas, los hijos pequeños de Arturo Vidal, Jorge Valdivia, Claudio Bravo, Matías Fernández y Jean Beausejour iniciaban un partido improvisado en el arco sur, donde poco antes Alexis se había llenado de gloria. Lucían felices, al igual que sus padres.   
“¡El que no salta es de Uruguay!, ¡El que no salta es de Uruguay!”, gritaron los jugadores chilenos en el vestuario,  dedicando la victoria a los uruguayos, por toda la polémica que se generó con Gonzalo Jara. Los charrúas habían dicho a los cuatro vientos que Chile nunca había ganado nada. Luego, los jugadores se subieron a un autobús descapotado, que atravesó las principales arterias de Santiago, hasta llegar a La Moneda, en una noche fría pero emotiva como pocas. “¡Argentino, argentino. Que amargado se te ve. Messi no tiene los huevos que tiene Gary Medel!”, fue el cántico que repitieron jugadores y la hinchada en su recorrido por la capital.   

En medio de una marea humana, una marea roja, el autobús llegó bien entrada la noche hasta el palacio presidencial, donde fueron recibidos por Michelle Bachelet, quien asistió a todos los encuentros. Desde los balcones de La Moneda saludaron al público, esta vez, para celebrar un triunfo de verdad, no las típicas victorias morales de tantas décadas. “Sabía que íbamos a ganar”, se desahogó Marcelo Díaz. “Que el pueblo disfrute”, agregó Jorge Sampaoli. “Es un logró muy importante”, afirmó Eduardo Vargas, goleador del torneo junto a Paolo Guerrero.   

Solo dos veces le había tocado a Chile definir desde los 12 pasos en momentos tan importantes. El recuerdo más reciente fue ante Brasil en el Mundial del año pasado. También en la semifinal de la Copa América de 1999 ante Uruguay. Por eso que la tercera fue la vencida. Chile, además, necesitó de 173 partidos para consagrarse por primera vez campeón de la Copa América. “Justicia divina”, pensaron muchos.

Por eso que hubo festejos hasta en la Antártida, y en los puntos más remotos del país. Nadie quiso quedarse abajo del triunfo. “¡Ceacheí”, se escuchó desde La Moneda hasta Magallanes. Una victoria fruto de sangre, sudor y lágrimas, muchas lágrimas. Un exorcismo total. (I)

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