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Un siglo después ¿cuánto han avanzado las mujeres?

Un siglo después ¿cuánto han avanzado las mujeres?
08 de marzo de 2015 - 00:00 - María Fernanda Almeida, Diana Holguín y Karla Pesantes

Hay académicas, empresarias, astronautas y hasta presidentas... ellas sin duda han avanzado en sus derechos y acceso a la educación. Hay historias de éxito, pero también desigualdad de género en el trabajo y salarios. Cuando Dilma Rousseff asumió su primera presidencia en Brasil (2011) se unió al grupo de mandatarias de América Latina. Antes lo fueron Laura Chinchilla (Costa Rica), Cristina Fernández (Argentina), Michelle Bachelet (Chile) y Mireya Moscoso (Panamá).

El sillón presidencial no ha sido la única conquista... el derecho al voto, el acceso a la educación y la libertad de elegir la maternidad o no en ciertos países son otros logros de las mujeres más de un siglo después de celebrarse el primer día en honor a ellas. Aún con todos los estudios de por medio, los programas para insertar a las mujeres en el ámbito laboral o las políticas a favor, el espacio que ocupan en cargos gerenciales es mínimo.

Y hay otra brecha por superar: los sueldos. Solo para tener un ejemplo. El informe Iguales de la Oxfam (2014) concluyó que los hombres ostentan la mayoría de puesto con más poder, es decir son las cabezas de las empresas. De las 500 mayores compañías en el mundo, solo 23 tienen a una mujer al frente. “Es un reto eliminar las desigualdades cuando los gobiernos de todo el mundo están a punto de aprobar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en 2015”, dice el documento de Oxfam.

Más datos estadísticos, esta vez de la Cepal, nos dicen que el 47,7% de los empleos de las mujeres de América Latina y el Caribe son precarios, ellas ganan un 25% menos a pesar de tener igual o mejor historial académicos, y obtienen reducidos beneficios de seguridad social.

Sonia Montaño, la directora de la división de Asuntos de Género de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), es más dura con respecto a la situación laboral de la mujer: "Cuanto más estudia una mujer, mayor es la brecha salarial con el hombre”.

Si bien los gobiernos aumentan su cobertura educativa, y muchos han superado la barrera del analfabetismo (como Ecuador), la mayoría demujeres altamente capacitadas recibe una remuneración menor a la del hombre, en las mismas condiciones. ¿Cuál es la explicación? “No hay otra que la discriminación”.

“En la mayoría de los países latinoamericanos, a pesar de los logros educativos, la mujer sigue siendo responsable de las tareas domésticas. Los servicios públicos de cuidado infantil, guarderías y transporte escolar son escasos y en encuestas de uso de tiempo se constata que las mujeres son las principales responsables del trabajo hogareño”, escribe la especialista en el informe de la Cepal. Entre los países de América Latina, Ecuador, Chile y Costa Rica cuentan con leyes que dan licencias en caso de embarazo y facilidades para las madres que trabajan. "Son leyes recientes, pero muchos varones las eluden y no toman la licencia que les corresponde.En cambio, en los países escandinavos, la pareja de padres comparte licencia para cuidar a los niños en sus primeros años de vida”, dice Montaño.

Más allá de sueldos

Cuando presencia una reunión de cualquier naturaleza, ya sea pública o privada, la secretaria es siempre mujer, es la compañera... y el que preside una reunión suele ser un hombre. Otro ejemplo: En una reunión cuando una mujer habla, los varones en lugar de atender a la compañera se ponen a conversar. Lo que hacen es generar distracción quitando importancia a la postura de su colega. Un patrón más: los altos ejecutivos suelen tomar sus decisiones después de la oficina, en medio de un partido de fútbol o en un bar; mientras que la mujer va a la casa porque además de su rol profesional es madre y ama de casa. ¿Les resulta familiar?

Estos escenarios son algunas de las anécdotas que cita la abogada, especialista en género, Jéssica Jaramillo, para mostrar lo que enfrentan las profesionales en el ámbito empresarial. “Se dan macro y micro poderes. En la familia la cabecera de la mesa es siempre el sitio del padre, si cambias los roles pierdes el sentido de jerarquía o más bien de igualdad. Cuando uno se libera y no quiere cocinar o servir, entonces eres machona o carishina”, dice convencida Jaramillo.

La paridad de género no solo debe ser número, sino también política y cultural. El otro desafío es que el trato en el trabajo sea igualitario, libre de comentarios sexistas o machistas y sin miradas acusadoras a la falda o piernas de la compañera. Para la abogada no es suficiente tener cerca del 40% de mujeres en la Asamblea, o 3 de ellas que presiden este organismo. ¿Qué hace falta entonces? “Es importante tener una agenda de género para el trabajo de los mujeres, que se desarrolle desde el Estado”.

Historias de mujeres

De profesión: economista y madre

Hace 1 año y 2 meses que Verónica Gallardo es gerente del Banco del Estado. A sus 41 años es parte de la lista de mujeres que ocupan cargos gerenciales en Ecuador. Si bien en este campo aún no hay paridad de género, en instituciones como el Banco del Estado ocurre todo lo contrario. De los 534 funcionarios, el 62% son mujeres, y 3 de las 6 sucursales del país están lideradas por ellas.

Para ella la clave del éxito y la igualdad es la educación. En su caso tuvo la oportunidad de realizar 2 maestrías, uno en políticas públicas en el Instituto de Estudios Superiores de Administración en Venezuela y el otro sobre descentralización y desarrollo local en la Universidad de las Américas. Además fue afortunada porque pudo viajar, mirar otros entornos y entender que las capacidades de los hombres y las mujeres son iguales.

Si bien su día en el Banco inicia a las 08:30 no tiene horario de salida. Un día por semana visita a representantes de los gobiernos locales para firmar convenios de crédito o financiamiento de proyectos sociales. También hace trabajo de oficina y mantiene decenas de reuniones con alcaldes, prefectos y presidentes de juntas parroquiales. Esto sin contar la reunión con todo el equipo gerencial una vez por mes.

Verónica acepta que en las múltiples juntas que mantiene hay miradas de admiración de los hombres ejecutivos al reconocer que la cabeza de Banco del Estado es una mujer; algo similar le ocurrió en la academia. “Yo nunca me he sentido discriminada por ser mujer, pero sí pude ver, por ejemplo, cuando inicié una carrera universitaria, que la mayoría de quienes estudiaban eran hombres. Creo que hay un tema estructural en nuestra sociedad, quienes han podido acceder a la educación mayormente han sido ellos”.

La gerente de Banco del Estado, quien también se desempeñó como Viceministra del Ministerio de Finanzas, tiene 2 hijos, un niño de 10 y una adolescente de 14, que sueña con ser doctora. “Si pienso en ella y en el desafío a futuro en la sociedad actual, el día de mañana quisiera que mi hija sea madre y profesional, no me gustaría que tenga un rol muy limitado, yo quiero que estudie, que se realice y eso tiene su costo”.

“La vida tiene color”

La pérdida de su madre a los 11 años y el apoyo incondicional de su padre, fueron 2 factores que influyeron en la formación profesional de María Luisa Meneses Guevara, con 55 años y psiquiatra del hospital Dr. Abel Gilbert Pontón de Guayaquil. Alta, trigueña y vestida con un mandil blanco impecable, ella asegura que siempre quiso ser médico y maestra. La primera profesión la vinculó luego del fallecimiento de su progenitora, seguramente porque “todo niño fantasea que a lo mejor pudo haber salvado a su madre” y la segunda ocupación, fue heredada de su padre.

La especialización como psiquiatra surgió cuando estaba haciendo guardia en un hospital y sintió que colapsó porque debió reemplazar en 3 turnos seguidos a su compañera. “Me quería morir, pero luego dije no te mueras, ándate al psiquiatra. Él me evaluó y por primera vez supe que la vida tiene color”. Por eso María Luisa decidió involucrarse en el apoyo psicológico a niños huérfanos a través de una organización. “Entendí que si la pérdida de un ser querido no es trabajada a tiempo, va quedando un vacío en la persona”. A través de su profesión ha podido entender mejor el rol de las mujeres en la sociedad.

María Luisa, quien hizo pasantías en España, asegura que a lo largo de su formación ignoró los rechazos, aunque en algún momento supo que los hombres ganaban más que las mujeres. “Como trabajaba en una universidad pensaba que todos ganábamos el mismo sueldo y he visto que los varones ocupan los puestos más altos”. Para ella eso no fue un impedimento y actualmente se desempeña como presidenta de la Sociedad de Psiquiatría Biológica Ecuatoriana y cumplió con su anhelo de ser docente dictando clases en las universidades Laica Vicente Rocafuerte de Guayaquil y Casa Grande.

Los amigurumis de Mirtha

Mirtha de Jesús Zambrano Jaime tenía 12 años cuando aprendió a tejer carteras, escarpines, vestidos y monederos. Ahora utiliza esa técnica para hacer sus propias creaciones que ya son parte de un negocio personal. Hace 4 años empezó a elaborar “amigurumis”, que no son otra cosa que muñecos tejidos con lana, denominados así, porque provienen de una moda japonesa.

“Intenté hacer cosas pequeñas al principio y luego me dediqué a hacer muñecos más grandes porque quedé embarazada y tenía más tiempo para hacerlos”, cuenta Mirtha, quien tiene un pequeño de 2 años y está embarazada de su segundo hijo. Todo su trabajo se relaciona con el arte de dibujar, que ha sido su pasión de toda una vida, incluso estudió Artes Visuales y se especializó en Ilustración.

Aunque actualmente no se dedica a tiempo completo a su profesión tiene trabajos como free lance y ha realizado ilustraciones para libros infantiles. Por ahora todo su tiempo lo ocupa en dedicarse a su pequeño mientras hace los “amigurimis”. Ella asegura divertirse cuando confecciona cada muñeco que generalmente va dedicado a los niños y son vendidos desde los $ 25. También aprovecha las participaciones en ferias y eventos, en donde promociona sus productos y suma clientes. Nada detiene a Mirtha, quien a sus 31 años, combina sus pasiones artísticas con el rol de madre.

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