La candidatura de Wendy Terán no fue un acto de interculturalidad para el pueblo otavaleño en general. Considero que las heridas abiertas provocadas por el rechazo de la candidatura de Verónica Barahona, en 1996, no se han cerrado y hacen que esta nueva postulación divida aún más a mestizos y kichwas. No es una candidatura de consenso, que tenga tanto el apoyo de kichwas como de mestizos. Además, tampoco estoy de acuerdo con que se trate de una candidatura de inclusión, de justicia social o de una acción afirmativa, sobre todo, porque no se ha tratado el tema al interior de la sociedad otavaleña.

En 1996, un grupo de jóvenes kichwas, consideramos que una acción que debíamos exigir a la sociedad otavaleña era la inclusión en las Fiestas del Yamor específicamente, pues, durante varios años, habíamos cuestionado que las fiestas, empezando con el nombre y la simbología, propia de la chicha del Yamor, estaba siendo utilizada por parte de la cultura kichwa y que simplemente nos folclorizaba en ese contexto y para el resto éramos prácticamente excluidos. Entonces propusimos la candidatura de Verónica Barahona, porque significaba un recambio del planteamiento de la fiesta en sí y también de la sociedad otavaleña que, en ese entonces, estaba presidida por las élites urbanas y las familias tradicionales. Estas nunca estuvieron de acuerdo con la candidatura de Verónica Barahona.

En general, los reinados floclorizan nuestra cultura, nuestra esencia de pueblo. Algo anecdótico es que la Fiesta del Yamor termina con una fiesta inventada y con un nombre kichwa que traducido al español significa “hasta el próximo año”. Resulta contradictorio que utilicen una serie de nombres que son utilizados desde el ambiente y la cultura kichwa a una fiesta que todavía se niega a ser kichwa, porque cuando converso sobre este tema, me comentan que la reivindicación es que el Yamor es urbano y no rural. Este concepto también es paradójico. Cómo se puede decir que una fiesta es urbana y al mismo tiempo rural. También está el tema de la exotización en el tema del traje típico. Me parece que, en ocasiones, denigran la condición de la mujer al preguntarle, durante el evento, cuál es su héroe favorito y ellas contestan: Atahualpa, Rumiñahui...

Preguntas de este estilo no tienen sentido y lo mismo ocurre con la vestimenta. En general no conocen el sentido de su simbología. Desde diferentes instancias, hemos insistido en que estos eventos distorsionan la realidad de los pueblos indígenas y en particular de los indígenas kichwas de Otavalo. El tema de la candidatura de Wendy ha generado un debate que debe ser tratado con madurez entre los sectores involucrados. Es necesario crear los espacios para su discusión tan necesarios para Otavalo.

¿Qué ocurrirá si la candidata kichwa, con o sin condiciones, no gana el reinado?, ¿se continuará hablando de racismo?