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El clown goza cuando se ríe de sí mismo (Galería)

Muchas personas buscan en el clown una terapia. Otros lo valoran como un espacio creativo y de autoconocimiento. Foto: Imagino Teatro Dayoco Estudio
Muchas personas buscan en el clown una terapia. Otros lo valoran como un espacio creativo y de autoconocimiento. Foto: Imagino Teatro Dayoco Estudio
03 de agosto de 2014 - 00:00 - Andrea Rodríguez

Quizás sea más fácil representar a otros, hurgar en otras personalidades para exaltar sus defectos y debilidades. Mofarse de las flaquezas ajenas. El payaso lo hace con frecuencia, el clown no. ¿Cuál es la diferencia? El clown se ríe de sí mismo, se representa a sí mismo. En ese proceso encuentra su “mejor yo”, el más transparente y primario. Sintetiza sus rasgos más marcados y, en ocasiones, sus aspectos más ridículos o quizás no tan aceptados. El actor español Carles Sans, uno de los fundadores de la compañía de teatro gestual Tricicle decía que “mofarse de los demás es algo consustancial a las personas: es una tentación demasiado golosa como para evitarla”.

Pero reírse de los propios defectos necesita de un valor que pocas personas poseen. Por eso, añadía, que para dedicarse al humor hay que tener un acusado sentido de autocrítica, cualidad que solo asumen aquellos que se sienten seguros de sí mismos. Para el artista y educador teatral ecuatoriano Santiago Carcelén, el clown revela la parte ridícula y excéntrica de cada ser humano, pero que se mantiene opacada, porque necesitamos vernos políticamente correctos ante la sociedad. Con esta técnica, una persona retraída seguramente explotará al máximo su timidez y mostrará esa aparente fragilidad para hacernos reír. “No hay burla; las personas se ríen, porque se identifican con el personaje”. De hecho, para muchos el reto está en descubrir su propio clown, un proceso que, con frecuencia, resulta liberador. Cada uno construye su clown, a partir de una introspección profunda. En el escenario hace reír y llorar, porque él vive esas emociones y es capaz de transmitirlas. Magdalena Soto, artista, y educadora teatral, cuenta que hay muchas personas interesadas en esta técnica. Ella, al igual que Santiago, dicta talleres de clown en el Teatro Malayerba.

Entre sus alumnos hay, sobre todo, psicólogos, músicos, actores y bailarines que buscan un nuevo espacio de conocimiento de las artes escénicas. En los primeros módulos, el objetivo es conseguir que la espontaneidad aflore, que la gente se relaje, al punto de perder el miedo a hacer el ridículo. “En los talleres demostramos que también somos un poco tontos y eliminamos las barreras que nos impiden mostrarnos”. Para romper el hielo, se recurre a juegos grupales, donde los alumnos tienen la oportunidad de relacionarse entre sí. Esta dinámica tiene un sentido, porque a través de los juegos, los participantes no se sienten juzgados y manifiestan roles claros.

Cuando el ejercicio finaliza, Magdalena y Santiago revelan los comportamientos de cada uno durante esta actividad; algunos los aceptan con agrado, otros se muestran incómodos e incluso se enfadan. Magdalena advierte que hay participantes que llegan al taller en ‘estado de clown’. “Se muestran tal como son con facilidad, pero hay otros que se protegen; tienen fuertes mecanismos de defensa”. El juego es solo una herramienta que permite que cada quien encuentre su propio estado de espontaneidad. Es por ello, que este estilo teatral es considerado uno de los mejores caminos para conocerse a sí mismo.

Los talleres impartidos en el Teatro Malayerba constituyen una aproximación a esta técnica bajo la metodología de la escuela francesa Lecoq, fundada en 1956 y basada en la observación de la dinámica de la vida. “Aprender realmente a ser clown y armar un espectáculo toma tiempo. Es como una carrera”. Aunque el curso contempla 3 módulos, los artistas explican que no son suficientes para aprender el método en su totalidad y tener conciencia de cómo manejarlo en el escenario.

Su propuesta es conformar una escuela de clown en el país. Santiago advierte que el aprendizaje de este estilo teatral se puede equiparar al de la música: primero se aprende a tocar las partituras, luego los acordes. Más tarde, se entiende la melodía, la técnica y el timing. Ambos actores profundizaron en esta técnica cuando cursaban sus estudios de teatro en la Escuela de La Mancha, en Chile. Este año, montaron el espectáculo Gato por Liebre y hace 3 años llevaron el clown al Hospital de Niños Baca Ortiz y a Solca, una iniciativa que primero se puso en marcha en Chile y que hoy se mantiene en el Hospital de Carabineros y en la casa de salud Luis Calvo Mackenna.

En ambos hospitales de la capital chilena, el trabajo de los clowns integrantes de la organización Célula Roja, fundada por Magdalena y Santiago, continúa y se fortalece. En Ecuador no tuvieron la misma suerte. “Estuvimos trabajando por un buen tiempo en el Baca Ortiz y en Solca, pero no pudimos darle continuidad. Seguramente es un tema nuevo y a muchas personas les cuesta todavía entender el valor que tiene el clown en un ambiente de hospital”.

Aunque ambos actores se formaron en teatro y han afinado su técnica clown con profesores de Brasil, Suiza y España, no han dejado de profundizar en este método. “Esto es para toda la vida”. Aunque parezca un tanto contradictorio, quien se ríe de sí mismo gana en autoestima, y además quienes le rodean se lo agradecen. De eso está seguro el actor español Carles Sans.

TESTIMONIO

‘Siempre me interesó llevar este arte a los hospitales’

“Decidí ingresar al taller de clown, porque un amigo me compartió la información sobre este curso por el Facebook. Me interesé, porque siempre me llamó la atención el tema de llevar este arte a los hospitales. Me formé en esta técnica y empecé a trabajar en el ambiente hospitalario.

El clown me gustó desde el principio, porque es un proceso que parte del error. Esto me pareció interesante, porque te permite equivocarte para aprender. Es una experiencia súper fuerte con uno mismo. Por lo general, nunca te expones ante la sociedad tal como eres.

Yo, por ejemplo, soy súper despistada y brusca e incluso medio torpe. Para la sociedad, el que una chica sea así, no es lindo, pero en el clown esto se expone, se refuerza. El proceso es chévere; hay que romper muchas barreras para llegar al clown, una técnica que te ayuda a ver la vida de otra forma.

Cristina Echeverría, músico y actriz.

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