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El Telégrafo
Felipe Rodríguez

El Yihad Cristiano

23 de septiembre de 2019 - 00:00

Venció la segunda evangelización en tierras ecuatoriales. Lanzaron agua bendita, nos exorcizaron. Lograron mantener el statu quo: que las mujeres violadas sigan acudiendo a clínicas clandestinas, donde mueren sin cesar, y si sobreviven, puedan ser encarceladas, para ser violadas en su celda otra vez.

¿Quiénes llegaron a oponerse al aborto por violación? Las descendientes de quienes en el pasado lucharon por tener voz y voto y por eso su lucha me alegra. Se manifestaron mujeres provida, descendientes de mujeres que hace un siglo debían permanecer en la parte trasera de la iglesia, junto a los perros y a los indios, mientras los machos veían de cerca la toga de quien clamaba en latín. También hubo oposición para reconocer que ellas tenían alma y hoy, gracias a su lucha, pudieron protestar y por eso me alegra oír su voz.

Vienen descendientes de esclavos o de gente pobre provida, que en la Constitución de 1830 no hubiesen sido considerados ciudadanos por su paupérrimo patrimonio, pero hoy pueden oponerse al aborto porque sus antepasados lucharon por darles derechos. Por eso me alegra que puedan gritar su opinión. Estamos ante la presencia los vástagos de siglos de lucha por derechos, y vienen a jugar el rol de sus verdugos del ayer. Que usted, provida, hoy tenga voz para oponerse a que una mujer violada pueda decidir sobre su propio cuerpo, es la gran victoria de quienes en el pasado resistieron la embestida de personas como usted, que imponían ideologías personales sobre el cuerpo ajeno.

Por eso es importante el Yihad Cristiano, porque no importa si tienen o no la razón, pues representan la necesidad imperante de escuchar diversas voces, porque solo de su confrontación puede surgir, tarde o temprano, el mayor logro de la humanidad: la empatía razonada.

De corazón, antiabortistas, deseo que nunca deban cambiarse de bando tras sentir el fétido aliento de su violador en el rostro, mientras jadea y las embaraza tras desgarrarles la piel. Espero de corazón que a las provida nunca les suceda una violación carcelaria, producto de un aborto como consecuencia de una violación extracarcelaria. 

Pero quédense todos tranquilos, que al final del día, cuando el adoctrinamiento y el retraso hayan perdido, les quedará su herramienta más letal y poderosa: podrán hacer misa. Sí, eso será lo único que les quedará mañana, cuando sus hijas puedan vivir, parir, y decidir con dignidad. (O)

 

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