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El Telégrafo
Juan Montaño Escobar

¿Y nuestra personalidad histórica?

01 de abril de 2015 - 00:00

Hasta por la historia mal contada se puede querer a un lugar todavía no visitado, se sabe que está por allá, se señala con el índice algún sitio indefinido entre la imaginación y la nada. Está allá como quien dice más cerca del corazón, aunque lejos por la geografía. Este jazzman se refiere a Cabo Verde, unas islas de origen volcánico, ubicadas al frente de la costa occidental de África.

Al desembarco de los portugueses, en el siglo XV, se dice que estaban despobladas, por la abundancia de vegetación, ganaron el nombre de ‘Verde’; también se creyó que era terminación rocosa de algún país mítico, por eso aquello de ‘Cabo’. El cronista de la colonia española, Miguel Cabello Balboa, escribió que ahí nació Alonso de Illescas. Muy bien podría ser un dato equivocado y el líder cimarrón del palenque esmeraldeño solo estuvo de pasada, porque esas islas fueron ‘almacenes’ de personas esclavizadas. (¡Angustioso alabao escribirlo!)

Feliz error del cronista, porque permitió ubicar en el mismo país, pero en tiempos diferentes, a dos grandes de la lucha anticolonialista: Alonso de Illescas y Amílcar Cabral (1924-1973). Los padres del segundo sí fueron originarios de Cabo Verde. Ambos decididos partidarios de la interculturalidad, expresión política del cimarronismo. Sus prácticas cupieron en el abigarrado entorno social y cultural, allá, en el siglo XX, acá en el XVI. Vaya burla, por estos años se la proclama ley en mano y a cada triquitraque, pero con escasa realización.

Los dos debieron ejercer la política por los medios necesarios sin perder de vista el objetivo. A. Cabral y sus camaradas fundaron el Partido Africano da Independencia da Guiné e Cabo Verde (PAIGC); la respuesta armada a las acciones represivas de las autoridades colonialistas portuguesas fue accidental y cuando se decidieron las guerrillas del PAIGC fueron letales. El prestigio de su liderazgo motivó acciones solidarias en la mayoría de los gobiernos de los países del entonces llamado Tercer Mundo y del área socialista. A las zonas liberadas llegaban representantes de diferentes países, solo para confirmar en los foros internacionales lo que parecía inevitable: la pronta liberación de los países africanos.

“Por caliente que esté el agua de la fuente no cocinará tu arroz”. Un proverbio africano trasladado de la físico-química de la materia a la sabiduría política, para decirle a los pueblos en aprestos de liberación nacional: “[…] el desarrollo de un fenómeno en movimiento, cualquiera que fuera su condicionamiento exterior, depende principalmente de sus características internas”, líneas de Amílcar Cabral. Para cocinar arroz, graneado o mazacote, hay que disponer del fuego y perol adecuados, es decir, de virtudes esenciales de autonomía popular. Y porque la “liberación nacional de un pueblo es la reconquista es la personalidad histórica de ese pueblo…”. Los entrecomillados son tomados de Pensamiento Crítico, Habana, nº 2-3, marzo-abril de 1967.

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