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El Telégrafo
Juana Neira

La vida de hoy

01 de mayo de 2020 - 00:00

Este confinamiento obligatorio nos ha privado del mundo cotidiano: del trabajo presencial, del contacto con la familia, con los seres que mas amamos, del compartir con amigos un café o una copa de vino, de los diálogos y los abrazos. También nos ha aislado de una sala de cine, del disfrute de un concierto en vivo, de la vivencia de una obra de teatro, del deleite de recorrer una exposición de arte, pintura o escultura.

Hemos dejado de andar las calles de ciudades y pueblos, explorarlas y vivirlas desde sus colores y recovecos. Los viajes están postergados, como algunos sueños temporales, no podemos descubrir países, lenguas, culturas, gastronomía, música de otros hemisferios, tampoco conocer rostros nuevos y diversos que completan nuestra lectura del mundo.

Estamos impedidos de recorrer bosques, lagos y montañas, espacios vitales para regocijarnos con sus senderos, la fuerza del viento y la lluvia. Desplazarnos a la playa, percibir el aroma envolvente del mar, sentir el calor de la costa en nuestra piel, alegrarnos con la puesta del sol, está en veda.Hoy no podemos disfrutar de la humedad de la selva y sus enigmas, de sus sinfonías nocturnas, de su fauna única y de su flora singular.

El radio de acción y movilidad se ha reducido a nuestras casas, pequeños espacios en los que debemos armar nuestro universo cotidiano: trabajo,  encuentros, visitas familiares, conversaciones y tertulias, todo a través de pantallas virtuales…  Un reto exigente y nuevo que nos impone herramientas y destrezas desconocidas.

Este confinamiento, nos ha obligado a reinventarnos y reconocernos en distintas facetas que en el vértigo de la vida diaria, ignoramos.

Nos hemos percatado que no necesitamos mucho para vivir, que la vestimenta se ha reducido a lo mínimo, que nuestros rostros no necesitan de tanto maquillaje y de máscaras que usamos normalmente, que nos alimentamos con lo que hay, creando y experimentando en la cocina; que los diálogos han desempolvado algunos recuerdos e historias que las teníamos olvidadas.

Que la sencillez debe ser nuestra esencia en cada cosa que hacemos y todo lo que nos espera afuera, lo asumamos con otra mirada… (O)

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