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El Telégrafo
Tatiana Hidrovo Quiñónez

Vacuna y fórmula

27 de agosto de 2020 - 00:00

Nos distraemos por el árbol y a menudo olvidamos mirar el bosque. El problema central, además del socioeconómico, sigue siendo la emergencia de salud por la galopante amenaza de la pandemia. Los humanos, tan poseídos de superioridad frente a la naturaleza, hemos demostrado que no sabemos nada o muy poco.

 

Al parecer, la ciencia desvió por largo tiempo su camino, incapaz de identificar los problemas centrales sobre la vida humana y su principal desafío, la adaptación constante. Los esfuerzos fueron dirigidos a la innovación tecnológica, creando una distorsión que impide a algunos extraviados diferenciar entre conocimiento y herramienta.

 

Perdido un valioso tiempo, desde que se presentaron hace ocho años los primeros síndromes por coronavirus, hoy es visible una carrera por crear la vacuna contra el covid-19, en la que compiten las potencias de siempre: Rusia, China e Inglaterra, movidas por resortes geopolíticos e intereses comerciales farmacéuticos. El poder global, de aquí en adelante, no solo se sustentará en las armas atómicas y la concentración de capital, sino en la venta de la inmunización.

 

El negocio es tal, que incluso se empieza a pre vender la vacuna a los Estados más débiles en medio de un vulgar marketing. Hasta hoy, la información luce confusa por la falta de voceros científicos y la distorsión mediática. No está claro si se trata de vacunas para mejorar los sistemas inmunológicos o para blindar al cuerpo humano del virus.

 

En el marco de una ética por la vida, ninguno de los Estados ni sus corporaciones privadas, han ofrecido como tributo a la humanidad y en compensación a tanto sufrimiento, divulgar y poner a disposición del mundo las fórmulas, para que bajo protocolos bio industriales y de manera gratuita, se las pueda usar libremente con el fin de producir las vacunas. Ninguno de los países en cuestión, ha declarado que el conocimiento para curar la enfermedad respiratoria, no es una mercancía, lo cual desnuda los intereses.

 

Con excepción de Cuba, país que está obligado a preservar los avances de su vacuna Soberana 01, por el embargo estadounidense, todos los demás deben transparentar sus procesos de investigación, métodos y fórmulas. Si no lo hacen, queda claro que no solo esta pandemia es uno de los negocios globales en disputa, sino que no les temblará la mano para permitir el desarrollo de otras pandemias.

 

 

 

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