Las leyes de trabajo, en el mundo entero, establecen la retribución económica por las labores realizadas, los códigos dictaminan el número de jornadas laborables, los horarios, los pagos de acuerdo con las tablas que se diseñan, etc. Sin embargo, también sabemos que gran parte del trabajo no es remunerado, no tiene un salario, por supuesto que pensamos en otro tipo de retribución que muchas veces no se menciona y que tiene que ver con la satisfacción por el aporte realizado, por ese salario espiritual que vale tanto.
Por ello he querido traer a este comentario mis reflexiones sobre el trabajo voluntario, buena parte de este es realizado por mujeres, sea en sus propias casas, pero también en hospitales, en guarderías, en refugios a los que llegan con ganas de servir, de ser solidarias, de demostrar esa hermosa faceta del ser humano.
Así, las asociaciones de servicio, los clubes, desempeñan un importante rol en las sociedades, probablemente si se valorase el monto económico de esos trabajos voluntarios, nos quedaríamos sorprendidos frente a la envergadura de lo realizado.
En estos días he visto de cerca el trabajo de un club de servicio como es el rotario, agrupados gracias a la visión de un hombre y su grupo de amigos, hace más de un siglo, nació una de las más importantes organizaciones no gubernamentales del mundo, con grupos de acción en casi todos los países, en muchísimas ciudades.
Han colaborado en la erradicación de la polio de prácticamente todos los países del mundo, con muy puntuales excepciones; trabajan en educación, saneamiento, agua potable, provisión de lentes, sillas de ruedas, prótesis, medicinas. Se preocupan por el medio ambiente y el saneamiento ambiental, su voz se escucha en el concierto de las Naciones Unidas.
Trabajan aunando esfuerzos, sumando aptitudes, mirando dentro de sus campos de acción para saber en dónde poner más esfuerzos y contribuciones, de ahí la importancia de valorar el trabajo voluntario en el mundo.
