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El Telégrafo
Fernando López Parra

Trabajo

30 de abril de 2020 - 00:00

La celebración del Día Internacional del Trabajo este 2020 se presenta en situaciones nunca antes evocadas en el mundo. En esta jornada en años pasados se buscaba reivindicaciones que enfrenten al sistema capitalista por parte de la clase trabajadora. El escenario actual nunca, en ninguna previsión se pudo haber construido por la crisis de todo el mundo que nos ha traído el coronavirus.  Nos ha dejado completamente perplejos, con una gran cantidad de peguntas y como pocas respuestas.

Esta situación que afecta la vida de todos los individuos del planeta, pone en jaque la dinámica del trabajo y las relaciones sociales que se proyectan en lo económico, político y las demás interacciones humanas que provoca las relaciones de producción. No hay cómo ejercer el trabajo, este es el principal problema en las actuales circunstancias. Todas las cifras apuntan a una terrible disminución de las ya débiles tasas de empleo que tenemos, principalmente en nuestra región.

Si ya teníamos problemas en la precariedad galopante del empleo y del trabajo en los últimos años, la situación que atravesamos, según el BID, llegaría a una disminución del 15% del empleo formal en América latina y el desastre será mayor en los sectores tradicionales de informalidad en las actividades económicas.

Ante esta situación, lo peor es quedarse paralizados. Lo que se ha hecho es proteger la salud de los individuos, el otro gran reto es proteger el trabajo y las diferentes formas lícitas de ingresos de las personas. Es necesario bajo todas luces promover otras lógicas de la relación entre el trabajo y el capital; no podemos seguir con la misma estrategia de generar con el trabajo capital para pocos.

Hay la necesidad de que el trabajo genere más trabajo, es decir disponer de espacios de producción más colaborativos y solidarios. Varios ejemplos hay en el mundo; en nuestro país tenemos en la provincia de Bolívar, en el pueblo de Salinas el 98% de empleo pleno y esto se ha realizado con prácticas solidarias de producción y comercialización. Es una experiencia que podemos replicar en algunos campos; en otros hay que pensarlo con otras variables que seguramente no son las tradicionales de la modernidad capitalista.

Hay que mantener el empleo esa es la máxima urgente que nos desafía y vamos a pensar con cabeza propia para ser más solidarios en la generación de recursos para la vida y para todos. Hoy más que nunca, que este 1 de mayo sea de profunda reflexión sobre el trabajo en tiempos inéditos. (O)

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