The Leftovers es una exitosa serie de TV de HBO. Es un drama emocional que empieza cuando inesperadamente un cuarto de la población mundial ha desaparecido sin dejar rastro ni huella. Simplemente desaparecieron. El evento inexplicable, místico, fue llamado “la ascensión”. Como resultado de este suceso difícil de entender y explicar aparece una secta nihilista llamada Remanente Culpable.
Esta secta enseguida capta a quienes han perdido familiares y seres queridos. Viven en comunidad, se visten de blanco todo el tiempo, fuman cigarrillo tras otro y permanecen en perpetuo silencio. Causa asombro ver a estos personajes vestidos impecablemente de blanco, fumando y fumando, con su dolor a cuestas, viviendo sin ninguna manifestación de violencia, en una terrible soledad de no saber a quién pertenecer ni qué hacer en esta vida que en ocasiones nos muestra esa cara cruel de valle de lágrimas del cual es difícil escapar.
Esta magistral serie me ha recordado mi propio dolor. ¿Que lance la primera piedra quien no ha tenido experiencias dolorosas en la existencia? El dolor nos acompaña siempre. Perder es un signo humano. El sufrir es el sufrir. El transcurrir de los días trae nuevos afanes, nuevos retos, pero siempre lo inexplicable, lo tardío, lo que no se dice, no se puede decir. Lo que nadie sabe de mí, lo que nunca sabré del otro.
¿Qué es el mundo? Qué fuerte es la fuerza del mundo. Nos acoge y luego nos olvida para siempre. El mundo es nuestra proyección y somos nosotros quienes nos proyectamos en él. La vela encendida no es consumida por el fuego; la consume la nostalgia. La nostalgia consume a la vela, la luz, al fuego y consume mi mirada. Me invade la nostalgia por quienes ya no están aquí y hay que aceptar que se fueron: padres, amigos, otros amigos; lo inevitable de mi muerte. No ver morir el mundo, sino que el mundo me vea morir a mí.
El agua desata los nudos. Así el sentimiento tiene la propiedad de desatar los nudos y durezas. En el sentimiento aceptamos a vivir sueltos, tolerantes con respecto al otro. A aceptar nuestros límites y sobre todo a aceptar nuestra fragilidad y nuestra inevitable partida. The Leftovers es la historia de la partida. Lo más triste es ver partir a quienes amamos para nunca verlos de nuevo. Esta broma sin gusto de estar vivos, para luego estar muertos en infinito. (O)
