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El Telégrafo
Mariana Velasco

Sin estaciones ni tiempo

21 de octubre de 2020 - 00:00

Lo vivido en cuarentena se asemeja a lo experimentado en el embarazo como puerta a la maternidad; miles de emociones, soledad, aislamiento, preguntas sin respuestas, ansiedad, reflexiones, ilusiones. Estas impresiones no tienen matiz negativo ni positivo… simplemente son nuevas.

Hacemos el ejercicio cotidiano de acompañarnos, guiarnos y cuidarnos. Es un círculo sin fin: ella, es el comienzo de la propia maternidad qué   durante este periodo de tiempo sin tiempo, también lleva a sanar.

La maternidad y sus contradicciones es uno de los grandes retos de vivir la cuarentena desde casa: ¿Cuánto y hasta dónde conocemos a nuestros hijos? Al recluirnos el Covid en un mismo lugar, valoramos el hecho de que siempre estuvimos juntos, aunque hay casos en los cuáles, a pesar de estar lindantes permanecen ausentes.

Una madre que trabaja es puesta a prueba con este encierro. ¿Acaso lo vivido en estos meses y días es lo que verdaderamente significa ser mamá?  Se evidencia el valor de la generosidad al dar a los demás más allá de lo que corresponde por justicia, obligación o por un acto de amor, al enfocar las necesidades de los otros.

En nuestros mundos, hay días buenos y otros que no lo son. Hay momentos en que inundan la ansiedad, incertidumbre y cortedad. Otros en los cuales, el hijo sucumbe a los encantos de la bachata, porque su cadencia, letra y sensualidad enamoran, tiene magia para de dos cuerpos hacer uno.

Acompañadas de pegajosas melodías, soñamos despiertas con mundos extraños y cuando llega la noche- con tinta indeleble- sobre sábanas blancas pretendemos  escribir, sin fecha.

El escenario es propicio para sumergirse en un mundo de historias fantásticas y quedarse ahí por momentos para disfrutar de una realidad paralela, como una especie de refugio para una mente sin estaciones ni tiempo.

La vida tenía un transcurso natural, era rutina. Había que cumplir con lo establecido y la necesidad de reinventar nuestros días o idear nuevas formas de coexistir, no era opción.

Tres generaciones, después de noventa días de armonioso confinamiento, con experiencias que jamás se habrían experimentado; vivos, juntos y agradecidos, honran al planeta de una manera diferente para dar lo mejor de lo que son y tienen. (O)

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