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El Telégrafo
Carol Murillo Ruiz

Sexo y sotana

04 de junio de 2018 - 00:00

Los escándalos de abusos sexuales por sacerdotes contra niños sacuden a Ecuador de la mano de un proceder institucional impasible: la Iglesia católica se pronuncia de modo poco sofisticado al trazar un argumento que, por lo menos en teoría, siembre duda sobre los victimarios; por el contrario, se desvía el delito de abuso sexual en la víctima, ¡en quien se atreve a denunciarlo!

Los casos de los curas de Guayaquil y Cuenca muestran que la Iglesia no ha cambiado a la hora de enfrentar las agresiones sexuales de sus miembros. Así, cunde el arrojo de las víctimas decididas a no callar más.

El Padre José Mario Ruiz escribía este sábado en El Universo (https://bit.ly/2kHM26y), con su estilo insufriblemente farragoso, lo siguiente: “La Iglesia católica desde el Concilio de Elvira (años 300-324) establece el celibato para los que, después de una larga preparación, acepten consagrar a Dios la expresión sexual del amor”… (¡Sic!)… Es decir, enjaulado en ideas arcaicas, relativiza los crímenes de muchísimos curas (del mundo) a través de datos parciales, mientras prioriza la condición –yo digo irreal- del celibato como consagración a Dios en cuerpo y alma. Peor: concibe la “expresión sexual del amor” dedicada a Dios. ¿Qué se infiere de eso? ¿Que los clérigos tienen sexo (imaginario, psíquico, místico…) con Dios cuando rezan, estudian teología o se postran en el altar? ¿Los clérigos célibes consagran al Creador el deseo sexual o lo hacen –con fingida sublimación- vía goce masturbatorio?

La sexualidad humana ha sido, por siglos, el campo de control moral del que la Iglesia católica más ha medrado como entidad medieval y moderna. Cuando son otr@s los que cometen pecado, las cúpulas enseguida exhiben sus cánones y tabúes. Mario Ruiz propone: “No admitir al sacerdocio a varones sin clara inclinación sexual”; ‘traduciendo’: ¿los posibles curas deben negar naturaleza y cultura con tal de tener, contemplativamente acaso, sexo con Dios? (Ni siquiera sé si la pregunta está bien porque la redacción de Ruiz es ilegible).

Pero su frase es en apariencia útil para salvar a los curas pederastas y volver espiritual, en vano, una relación ¿sexual? divina que, por credo, reniega del sexo (humano) en público pero que muchos otros lo practican aviesamente en privado. (O)  

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