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El Telégrafo
José Gonzalo Bonilla

La soledad del Tirano

09 de septiembre de 2020 - 00:00

En Bruselas, el Tirano avizoraba desde las primeras horas de la tarde del domingo un inefable insomnio que le durará toda la semana y toda su vida. Debe de haber sentido la soledad de la ausencia del poder. Debe de haber sentido el frío de una celda como la que encerró a Pepe Acacho, a los Once de Luluncoto, Fidel Araujo y tantos nombres más.

Debe de haber sentido la misma impotencia que sintió en los últimos días de su gobierno en que ya no pudo meter preso a Bonil, mi hermano. Nunca le perdonará que le haya desnudado todos los días de su traje nuevo invisible de emperador.

El 7 de setiembre Zurita, Calderón y Villavicencio le cortaron la palmera que le colgaba de su calva rubia. Aún falta que le corten la cabeza con los $ 70.000 millones de dólares de sobreprecios y de elefantes blancos.

Quizás sea aún muy temprano para darse cuenta de que la soledad que vive es fruto de la paupérrima zalamería con la que le acolitaba su séquito de aduladores. Al cortejo, le depravó con dinero. Envaneció a toda la columna de niños exploradores con los que conformó su gabinete. Entonteció con dinero a gente valiosa.

Quizá sea aún muy temprano para ser consciente de que sus pantalones cortos de boy scout le quedaron demasiado cortos para conseguir el liderazgo moral de un estadista.

Quizá sea aún muy temprano para que conciencie de que ya es parte de la galería del bestiario universal con los retratos de tiranos de similar laya. En esa galería deben abrigarse junto a Idi Amin Dada, Videla, Hitler, Franco, Pinochet, Ortega, Chávez y unos cuantos más.

La madrugada del domingo, su catre de lujo debió de haberle parecido la tumba más pobre del cementerio más pobre del mundo. Por su cuerpo debe de haberle recorrido un profundo calofrío producido por la insoportable levedad de la fama y el poder.

Hizo de su gobierno una semblanza de odio que se asemejaba más a la desalmada abuela de la Cándida Eréndira que a un gobierno de corazones ardientes. El amor que pudo haber despertado en sus seguidores fue reemplazado por el odio. Hizo que los ecuatorianos nos enfrentemos. Que los indígenas se odien y se dividan. Que los artistas e intelectuales se vuelvan serviles y operativos al poder. Todos contra todos.

“El poder corrompe. El poder absoluto corrompe de modo absoluto” ya lo dijo Lord Acton.

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