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El Telégrafo

Se fueron...

25 de mayo de 2011 - 00:00

“La voz del pueblo es la voz de Dios”. Acaba de cumplirse en Sucumbíos este dicho popular: la congregación tradicionalista de los Heraldos se fueron después de 6 meses de estadía en Sucumbíos, sin haber logrado imponerse ni destruir la Iglesia de los Pobres que se construyó durante 40 años en ese vicariato.

Hace 50 años, el concilio Vaticano 2º definió a la Iglesia como Pueblo de Dios. Los bautizados que tomaron en serio este reconocimiento pasaron a ser protagonistas en la Iglesia, gracias al apoyo de sacerdotes y obispos que obedecieron este mandato conciliar. ¡Felicitamos a los Carmelitas de Sucumbíos que emprendieron este camino evangélico!

En 1968 los obispos de América Latina se reunieron en Medellín, Colombia, para aplicar el Concilio en las Iglesias del continente. Comenzó una Iglesia con rostro latinoamericano, mediante miles de comunidades eclesiales de base: los pobres volvían a ser los privilegiados de Dios, tal como lo dijo y practicó Jesús. Los cristianos pobres de Sucumbíos supieron responder generosamente a esta opción de monseñor Gonzalo López Marañón: ¡Felicitaciones Gonzalo! Y surgieron miles de ministerios para hacer una Iglesia viva y solidaria con las necesidades de la provincia:

¡Felicidades amigos pobres y valientes de Sucumbíos!

En 2007, los obispos latinoamericanos confirmaron, en su reunión en Aparecida, Brasil -donde estuvo presente monseñor Ángel Sánchez- la validez de las comunidades eclesiales de base, de la opción por los pobres, del método evangelizador que parte de la realidad, la ilumina con la Palabra de Dios y saca compromisos concretos en lo religioso y lo social. Gracias a Dios, a la valentía de los cristianos de Sucumbíos y a la solidaridad nacional e internacional, se ha logrado la salida de los Heraldos para que este modelo de Iglesia pueda continuar.

Ningún grupo católico puede imponer su ideología ni su punto de vista exclusivo, tal como lo quisieron hacer los Heraldos. La Iglesia es diversa, pero la meta es la misma para todos: la construcción del Reino de Dios, porque, como lo escribió el papa Pablo 6º, “el Reino es lo único absoluto”. Ese es el ejemplo de Jesús que nadie puede distorsionar.

Los sacerdotes y los obispos

estamos al servicio del Pueblo de Dios, tal como se define el mismo Papa: “servidores de los servidores del Pueblo de Dios”.  Y “la Iglesia es y debe ser la Iglesia de los Pobres”, tal como lo proclamó el papa Juan 23 al convocar el Concilio. Tengamos mayor fidelidad al proyecto de Jesús hoy.

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