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El Telégrafo
Ximena Ortiz Crespo

Salir del clóset

18 de abril de 2020 - 00:00

No se preocupen amigas y amigos, no voy a hacer declaraciones de identidad. Ahora quiero hablarles de la importancia que tiene la ropa en una circunstancia como ésta. Ustedes deben estar pensando en lo mismo. La ropa de puertas adentro no es la misma que usas para ir al trabajo. La que usas en el trabajo no es lo suficientemente cómoda para estar en casa.

Cómo me habría gustado preocuparme más de mi ropa de puertas adentro. Tener toda la ropa de punto de algodón, suelta, amplia y sentirme cómoda. Felizmente las vejeces ayudan, porque son ropas lavadas tantas veces, que se sienten suaves al tacto. Tengo la impresión de que todos cambiaremos al final de la cuarentena y lo primero que haremos las mujeres al salir, es conseguir unas cuantas faldas largas y amplias, unos cuantos juegos de calentadores, unas cuantas camisetas de manga larga para esta sierra fría y unas medias peluditas para poner dentro de las pantuflas.

Desde que me vestí de hippie en los años 70, he ido adoptando la formalidad. Hace poco visité una tienda de ternos sastres y me probé no sé cuántos ternos en gris, azul y café. No me sientan. Para ellos se requiere una figura alta y espigada. De repente en las caras de los maniquís de la tienda empecé a ver la cara de las mujeres que más me intimidan. Felizmente la visión terminó cuando me dije que debería ir a almacenes con ropa menos formal y más cómoda.

De todas maneras es importante vestirse. Debes hacerlo como mejor combine con tus circunstancias, ya sea que la computadora esté en tu estudio o en la mesa de la cocina. Acuérdate de que estamos experimentando el comienzo de una nueva era de teletrabajo y es mejor crear hábitos. El acto de acicalarnos todos los días prepara nuestra mente y nuestro cuerpo para estar listos para las obligaciones del día y para no dejarse estar demasiado cómodos, como hemos visto últimamente a algunos asambleístas en sus sesiones formales.

En el día 30 de encierro, la ropa de mi clóset debe estar más aburrida que yo, porque no la he vuelto a sacar. Con la excepción de usar mi mejor blusa en reuniones Zoom. Si fuera por mí, volvería a mi época hippie y sería feliz. Uf! Pero ya mismo llega la entrega a domicilio y debo estar relativamente decente para recibirlos. Esa es otra facha: mascarilla, guantes, alcohol, distancia. Que no se me olvide todo el protocolo de vestimenta…. (O)

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