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El Telégrafo
Fernando López Parra

El salario y la sal

03 de julio de 2019 - 00:00

El salario sabemos que viene del latín “salarium” que era esa porción de sal que recibían los soldados romanos como reconocimiento a sus labores bélicas. La sal era tan apetecida porque servía para dar sabor y conservar los alimentos hasta el punto que se consideraba como dadiva de Salus, la diosa de la salud.

En otro momento el salario, como retribución al trabajo, se intercambia por monedas y no con la sal. Se tiene referencia de que la moneda como intercambio de bienes o servicios aparece en la África subsahariana entre los siglos IX y XII de la era actual.

En el transcurso de la historia se constituyó el salario en el medio de pago generalizado entre el trabajo y el capital, tornándose en el capitalismo como la piedra angular que sustenta el sistema que vivimos.

Una de las preguntas que surgen dentro de una lógica existencialista en esta modernidad capitalista es: ¿Cómo la vida se redujo a una razón que, casi exclusivamente, valora el trabajar para comprar? El empleo tradicional, como vemos se redujo sustantivamente; la robótica y la tecnología ocupan nuestra vida casi por entero, la lógica de tiempo varió y el salario y sus formas pasó a ser más salado que nunca, porque se convirtió en una razón única de la existencia humana.

En el Ecuador tenemos que mirar de forma prospectiva esos futuros nefastos que se aproximan por la lógica del sistema inequitativo que hemos abrazado como forma de vida. No se puede vivir para comprar. Los sistemas de planificación de los gobiernos deben pensar en cómo disponer de sociedades menos dependientes del capital y más dependientes del ser humano y la naturaleza.

Hay un desafío no asumido como política por el sistema de educación superior en nuestro país  que tiene que ver con los denominados perfiles de salida de nuestros profesionales futuros. Habrá que dar cuenta, por ejemplo, cuántos ingenieros, médicos, profesores, economistas, biólogos, neurocientíficos, astronautas, músicos, químicos y otros requerimos y con qué características deberían disponer para mantener la vida en nuestros Estados.  

Si seguimos haciendo la vista gorda a situaciones estratégicas el salario nos va a descomponer paulatinamente, hasta que nuestra propia carne como sociedad desaparezca para siempre. (O)

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