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El Telégrafo
Tatiana Hidrovo Quiñónez

Rusia y el Gran Kan de Mongolia

10 de marzo de 2022 - 00:00

Siguiendo patrones políticos, históricos y culturales, solemos dividir el mundo en dos partes: Occidente y Oriente. Se considera que Europa y Asia son dos continentes, a pesar que constituyen una sola masa de tierra, que permitió el contacto continuo, el activo comercio, el desarrollo de culturas distintas, pero con arquetipos comunes, tales como el origen indoeuropeo de sus lenguas y la representación de sus dioses a imagen y semejanza de hombres y mujeres.

El espacio de Eurasia también se caracterizó por la formación de grandes imperios, basados en la guerra asociada a dominio del caballo, la centralización del poder, el comercio, la convivencia de varias religiones y el cobro del tributo. Magos, espíritus, astrología y pájaros, fueron parte central de sus imaginarios. Convivían en el siglo XIII d.C. los tártaros, sarracenos - musulmanes, cristianos nestorianos e indios (India), bajo la supremacía de los mongoles, cuyo vasto imperio dominaba desde Armenia y Turquía hasta lo que hoy es China e India. Los pueblos reconocidos como distintos, fuera de la órbita de los mongoles, eran los latinos, después llamados europeos.

A partir del relato del legendario Marco Polo se registran los nombres de Lac, Gomania, Gozaria (Crimea actual), Zic Alania y Georgiana, bordeando el noreste del Mar Negro, actual territorio de Ucrania, cuyo nombre no consta. Al sur del Mar Negro se encontraban Turcomanía y Armenia, todos pueblos vasallos de Mongolia, dominada por la dinastía del Gran Kan.

Muy al norte, en la franja que bordea el Océano Ártico, se localizaba la “Gran Rusia”, llamada también “Provincia de Rosia”, especie de señorío que limitaba con Lac y pagaba ocasionalmente tributo a un rey mongol, señal de vasallaje con fueros. Destacan sus singularidades culturales: el poder no estaba concentrado, sino disperso en varios reyes; hablaban lengua propia, eran cristianos y seguían la ley griega, lo que indica la influencia latina por medio de Constantinopla. “Su gente muy ruda, pero muy hermosas” era blanca y rubia. Su economía se basaba en la producción de pieles y plata. En “Rosia” había estufas públicas por el frío extremo, más, sin embargo, los lugareños eran reputados por la elaboración de cerveza de panizo y miel con las que hacían grandes “francachelas” y “juergas” continuas, a las que llamaban “Straviza”. Nada indicaba que fueran guerreros.

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