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El Telégrafo
Antonio Quezada Pavón

Robar al pobre

09 de julio de 2020 - 00:00

Hay una pregunta acerca del capitalismo que nadie la quiere encarar: ¿Crea el capitalismo una gruesa inequidad como un desafortunado subproducto de su energía y dinamismo o, esta grosera inequidad entre el rico y el pobre, entre el industrializado hemisferio norte y el subdesarrollado sur, es consecuencia del capitalismo por sí mismo desde hace muchas décadas?

Es muy fácil irse por la segunda opción y hay muchos elementos de la izquierda mundial que, con esta idea, tratan de rehabilitar al marxismo, ahora que el fracaso soviético está algo olvidado.

Debemos recordar que la victoria global del capitalismo en los últimos 30 años nos ha demostrado claramente sus garras (y con esto no quiero hacer una apología ideológica). Ahora vivimos en un mundo donde el 20% de la gente (yo estoy felizmente en este porcentaje) usa el 80% de los recursos; donde mil millones de personas (1/7 de la población mundial) viven con menos de un dólar al día; donde 16.000 niños mueren diariamente de desnutrición; y donde los países más pobres del mundo (y ya estamos en esa categoría, Latinoamérica y África) gastamos $25.000 cada minuto por el servicio de una masiva deuda con los países más ricos (y no tiene nada que ver con el marxismo, pues China es la segunda potencia mundial).

Todos estos marcadores de extrema pobreza se han ido dramáticamente empeorando desde los años 80, a pesar del rápido progreso en tecnología y agricultura en el mundo desarrollado, pero la cantidad de gente que sufre de hambre y desnutrición crónica se ha duplicado en las últimas cuatro décadas.

Y ahora tenemos la pandemia del coronavirus que nos trae las recetas neoliberales de desregulación, innovación y privatización para arreglar las severas consecuencias económicas, sanitarias y sociales que vamos enfrentar los próximos cinco años. Pero el profesor Jeffrey Sachs de la Universidad de Columbia propone, a su vez, que un programa de masiva ayuda internacional, más reformas profundas en los países pobres, podrán hacer que superemos la extrema pobreza en los próximos 20 o 30 años.

Parece que tendremos mucho tiempo para culpar a nuestra cultura y clima de los países pobres y de nuestra gente pobre, así como a nuestros gobiernos y dictaduras corruptas, a nuestra raza y a nuestra economía extractiva. Pero la verdad es que lo que vivimos ha sido un largo y lento proceso desde la colonización en el siglo 16 hasta la globalización en este siglo 21, en el que el rico ha robado al pobre. (O)

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