La educación superior o universitaria ha tenido un enorme crecimiento en todo el mundo a partir de los años 90, cuando acuerdos regionales impulsaron su masificación. De ser un privilegio y un factor diferencial, la educación de tercer nivel y el título universitario pasan a ser casi un commodity.
Ante la certeza de que cada vez más estudiantes optan por esta preparación, el reto de las instituciones de educación superior es, hoy, no solo admitir más estudiantes sino lograr que continúen sus estudios y alcancen su objetivo: la obtención del título universitario. A este proceso se lo conoce con el nombre de retención universitaria.
La retención es uno de los factores institucionales más estudiados en el mundo de la educación superior; pese a esto, los resultados no varían mucho en cuanto a la tasa de titulación en general y en promedio, debido a factores y variables que analizarlos es una obra de titanes que, a veces, requieren modelos matemáticos avanzados para incluir todas las posibilidades y alternativas para optimizar la retención.
Existen variables preuniversitarias, así como posuniversitarias que influyen en la no deserción. Las preuniversitarias son las que los estudiantes traen consigo, tales como su preparación en el colegio, el tipo de colegio y su ubicación, características demográficas, las notas, al igual que las de los exámenes de admisión; incluso si es primera generación de estudiante universitario en la familia, y otras. En las posuniversitarias, las que más afectan son la situación financiera, y los factores académicos, de integración, emocionales, el tipo de carrera, entre otros.
Cada vez los estudios sobre el tema y las estrategias e intervenciones son mayores, buscando acompañar al estudiante en su proceso de principio a fin. La realidad es que la deserción universitaria en el mundo bordea entre 30 y 40%, lo que no es un mito sino una verdad comprobada. (O)
