Desde que se hizo público que el fotógrafo Kenneth Carrera daba uso indebido a trabajos realizados por él, más afectadas sacaron a la luz abusos similares, no solo en Guayaquil sino también en Quito.
Los testimonios aparecidos en redes sociales coinciden en el modus operandi de estos depredadores. Valiéndose de perfiles falsos o temporales invitan a castings; a las chicas que los contactan les solicitan que envíen material audiovisual en ropa íntima o desnudas.
En estos supuestos castings, los fotógrafos piden a las candidatas sexo o que se masturben frente a la cámara para ser seleccionadas. Las chicas pierden todo el control sobre lo sucedido y las fotografías se comercializan en páginas de pornografía. Muchas ni siquiera saben que sus fotografías han tenido ese destino.
Para no caer en manos de estos depredadores es necesario tomar medidas: si quien solicita fotografías no pertenece a una agencia y no lo hace formalmente a nombre de ella es mejor no enviarlas; si el mail que proporciona el fotógrafo no es corporativo es preferible no enviar ningún archivo; antes de ir al casting se sugiere tener una entrevista previa y lo óptimo es no acudir sola ni a esta entrevista ni al casting; también se recomienda firmar un contrato donde se estipule el uso y destino que se dará a las fotografías que resulten de dicho casting.
Muchos de estos supuestos fotógrafos, ante la negativa de las chicas a sus pedidos, empiezan un verdadero acoso y campaña de desprestigio. Es como que estas mentes enfermas no aceptan un “no” por respuesta y esto los perfila como psicópatas capaces de las peores aberraciones.
La lluvia de denuncias evidencia lo frecuente y grave del asunto. Por otro lado, ha generado verdadera sororidad y apoyo entre las víctimas que ya no se sienten solas. La construcción medieval de que las mujeres son enemigas entre sí se va desdibujando. En su lugar asoman mujeres unidas en verdaderas redes de apoyo, empatía y solidaridad. (O)
