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El Telégrafo
José Vales

Los presidentes y sus literatos

03 de enero de 2020 - 00:00

Julio Cortázar regresó a la Argentina dos meses antes de su muerte. Fue en diciembre, cuando el país recuperaba la democracia y no logró que el presidente Raúl Alfonsín lo recibiera ni para un café. Justo él que tanto había hecho para que el mundo supiese las aberraciones en materia de derechos humanos que llevó a cabo la dictadura militar (1976-1983).

Cuestionable la actitud de Alfonsín, con el escritor que mejor narró en su obra la Argentina del siglo XX. Trató de empatarla cuando designó a Ernesto Sábato al frente de la Comisión Nacional para la Desaparición de Personas (Conadep), pero ya desde entonces, los mandatarios argentinos manifestaban serios problemas con la literatura.

En 1989 llegó al poder Carlos Menem y rápidamente se convirtió en el único ser humano del universo en haber leído a Sócrates. Sí, lo afirmó convencido y sin derecho a réplica. No hubo poder humano que lo convenciera de que la obra de Sócrates se conoció a través de Platón.

Más acá en el tiempo, fue el genio industrial de Mauricio Macri, quien en 2009, por entonces jefe de Gobierno de Buenos Aires, dijo haber leído “las novelas de José Luis Borges”(sic). Todavía hoy, no se desdijo de aquello. Ni se enteró que el autor de El Aleph se llamaba Jorge Luis y que no había escrito ni una sola novela. Mucho menos se le ocurrió comentárselo  al Rey de España, Felipe VI, quien insistió con el José Luis o a su sucesor, Alberto Fernández, en las charlas de la transición.

Fernández se inscribió también con, al menos, un punto en común con su antecesor. Él también leyó “las novelas de Borges”, según lo confesó días pasados. La deficiencia en materia literaria es, por lo visto, una característica de los políticos argentinos. Muchas relecturas e reinterpretaciones de “Conducción política de Juan Perón” y poco Borges.

Pero ninguno como Carlos Menem que durante la inauguración de un ciclo escolar disparó: “como dijo nuestro gran poeta Atahualpa Yupanqui: “caminante no hay caminos, se hace camino al andar…” Sin que los herederos de Antonio Machado le iniciaran un juicio por plagio a los hijos de Yupanqui… (O)

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