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El Telégrafo
Daniela Ángela Leyton Michovich

Personas menstruantes

20 de septiembre de 2021 - 00:00

¿Se ha percatado que cuando se habla, si es que se habla, o se piensa en la menstruación, se asocia inmediatamente a una mujer, fertilidad, parto y no se toman en cuenta otros aspectos? . Curiosamente la misma lectura se aborda en los proyectos de ley que promueven una menstruación digna.

Ampliemos el horizonte. En varios lugares de América Latina se está empezando a reflexionar sobre los cuerpos menstruantes y  cómo los dispositivos sociales han anclado a estos  la vergüenza, suciedad e impureza, lo que además sustenta el tabú y se vincula automáticamente con el imaginario hegemónico que se plantea en lógica binaria “es algo que sucede a las mujeres”

Pensemos en esto, entre las personas menstruantes podemos identificar a: niñas menstruantes, adolescentes menstruantes, mujeres en situación de calle o indigentes menstruantes, mujeres menstruantes, hombres trans menstruantes, no binarios menstruantes, por nombrar algunos.

Así, una política pública que realmente se preocupe por el derecho humano de las personas, debe  ir más allá de solamente garantizar el acceso gratuito a productos de higiene menstrual ( importante pero no único) si no que además debe contemplar varios aspectos, a saber:

1.- Que las personas menstruantes puedan decidir que tipo de producto de higiene prefieren, es decir, que por respeto a su cuerpo, tengan la libertad de elegir entre: la copa , las toallas, el tampón o las prendas inteligentes de absorción. Pero ¿por qué este aspecto resulta importante? En respuesta podemos decir que este tema es relevante porque al ser las administraciones públicas las que gestionan los insumos por licitaciones a las empresas, estas deben velar primero por el respeto al cuerpo de las personas menstruantes antes de  privilegiar la recuperación la economía post-covid de las empresas transnacionales a costa de las personas. Sólo por poner un ejemplo: no todos los cuerpos menstruantes son afines a un sólo producto, habrán los que prefieren toallas o los que prefieren copa, súmele que la vida útil de una copa menstrual es de hasta 10 años y que no todas las toallas higiénicas son seguras para la salud.

2.- Que las personas tengan acceso a una adecuada información y a la educación sexual. Habíamos visto en un artículo anterior, que no solamente la gestión de la menstruación es importante, si no también la oportunidad de acceso a información que permita conocer las características de todo el ciclo menstrual que abarca un espectro más amplio en el que los cuerpos experimentan diversos cambios. Aquí es dónde la Educación Sexual Integral es un tema urgente.

Si usted se pregunta entonces para que sirve la Educación Sexual Integral, pues sirve para evitar que cometamos  errores como el considerar a una niña , mujer,  por  el solo hecho de ser un cuerpo menstruante, la niña , es una niña menstruante. Nos ayuda a comprender e incluir a los hombres trans y otras diversidades menstruantes por lo tanto se asegura de hacerles visibles en la construcción de la política. Nos lleva a comprender que no toda mujer que menstrúa quiere ser madre, que hay hombres trans que menstrúan y no por eso se piensan a si mismos como mujeres, que hay hombres trans que congelan sus óvulos antes de la terapia de hormonas porque en el futuro quieren ser madres.

La ESI hace visible el ciclo menstrual e invita a ser respetuoso con este proceso, al igual que con los procesos menopáusicos. Una política ginecológica integral evita que tantas personas menstruantes mueran por cáncer de mama o cervicouterino,  que sufran PVH u otra ITS, que lleguen al extremo de rotura de los quistes ováricos para buscar consulta médica,que no atiendan a tiempo o prevengan un prolapso uterino, entre otras tantas enfermedades y complicaciones.

3.- Que se tomen en cuenta conocimientos y saberes locales. Al respecto,los círculos feministas y de diversidades desde hace varios años y en toda la región, vienen abordando este tema, creando espacios de diálogo para desmitificar el ciclo menstrual, aprendiendo a hablar sin eufemismos y sin asco. Si se pregunta dónde está el conocimiento y la experiencia para plantear una adecuada política pública, busque a estas organizaciones activistas de a pie, a aquellos círculos feministas, indígenas o de diversidades que tienen un trabajo continuo y comprometido, que curiosamente no pertenecen al feminismo tecnócrata y caja parlante de las ONG o de la cooperación internacional que nunca nos ha mirado en equidad.

Para una adecuada política pública busque el conocimiento que generan las mamas de las comunidades, que nos han enseñado a ver a la persona que menstrua de forma integral, no solo en la menarquia, si no en su ciclo, sus emociones, sus afectos, en las complicaciones ginecológicas, en el parto o en la menopausia. Ellas transmiten este conocimiento de voz a voz , comparten plantas, baños, hierbas, productos amigables con el ambiente.

4.- Vea más allá: que las políticas laborales contemplen un ciclo de trabajo sintonizado al cuerpo que no necesita cada mes ser adormecido por calmantes o los costosos productos fem (en caso de que tenga acceso) para cumplir con un ciclo laboral masculinizado y patriarcal.

5.- Conozca el espectro de necesidades. Identifique que la razón por la que muchas niñas o adolescentes dejan de asistir a la escuela eventualmente se debe a la menstruación y a la falta de acceso a productos que permitan su gestión adecuada además de no contar con espacios higiénicos mínimamente acondicionados, aseados, con acceso al agua potable que garanticen  su salud.

Finalmente , considere que todo esto no se trata de una caridad de parte del Estado, se trata de un derecho y de dignidad.

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