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El Telégrafo

Período plutocrático

09 de noviembre de 2012 - 00:00

Se conoce como plutocracia al predominio de los más ricos en el gobierno de un Estado. Según varios historiadores, es lo que ocurrió en nuestra patria entre los años 1912 y 1925. En este período, el dominio del Estado lo alcanzaron los sectores poderosos de la Costa: la burguesía bancaria, agroexportadora y comercial. La institución más influyente y representativa era el Banco Comercial y Agrícola (BCYA).

En efecto, a partir del 1 de septiembre de 1912 el Estado ecuatoriano fue manejado por el liberalismo plutocrático, mediante una alianza entre el BCYA y el gobierno de Leonidas Plaza Gutiérrez, quien para entonces estuvo ligado también a la clase terrateniente serrana, puesto que estaba casado con la señora Avelina Lasso, propietaria de grandes extensiones de tierra.

Leonidas Plaza inició su segunda presidencia (1912 – 1916) en medio de revueltas constantes. En Esmeraldas el coronel radical Carlos Concha reactivó a las montoneras, exigió cambios en la propiedad de la tierra y en las relaciones laborales. Para frenar estas justas protestas, el Gobierno contrajo nuevas deudas con la banca.

El BCYA fabricaba billetes y los ponía a circular sin ningún respaldo, lo que producía una enorme inflación que perjudicaba con más fuerza a los sectores populares. Mediante una dura represión Plaza pudo mantenerse durante su segundo mandato, el mismo que es recordado por una serie de leyes para proteger al BCYA de la quiebra. 

Una de estas leyes fue la denominada “Ley Moratoria” que prohibió la exportación del oro y aplazó el canje de billetes por el dorado metal. Con esta medida protegió a los bancos emisores, especialmente al BCYA. Luis Napoleón Dillon escribió: “Los ecuatorianos pagamos para salvar al Banco Comercial y Agrícola y engordar a sus accionistas  especuladores”. 

Desde entonces, el BCYA empezó a incidir no solo en la política económica, sino también en las elecciones presidenciales y parlamentarias, garantizando el triunfo de “sus” candidatos mediante aportes económicos, manipulación propagandística y -en ocasiones- fraude.

Luego transcurrieron los gobiernos de Alfredo Baquerizo Moreno (1916-1920), José Luis Tamayo (1920-1924) y Gonzalo Córdova (1924-1925), quienes -habiendo sido puestos en Carondelet por los banqueros- se encargaron de pagar los favores recibidos, más el respectivo “interés”. Después de todo, la palabra interés ha sido, es y será la favorita de los que se enriquecen “administrando” el dinero de los depositantes.

La Revolución Juliana de 1925 fue la encargada de poner fin a este abominable período. Los pueblos que no recuerdan su historia corren el riesgo de repetirla. Felizmente, en estos tiempos, el pueblo ecuatoriano goza de buena salud y excelente memoria.

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