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El Telégrafo
Sebastián Vallejo

El no periodismo de Ramiro Cueva

19 de julio de 2018 - 00:00

Lo que hizo Ramiro Cueva es muchas cosas, pero no es periodismo. Lo han justificado como “escrache”, como el derecho de un individuo a increpar a una figura pública, como la denuncia pública de un ciudadano. Todo puede ser, pero periodismo no es. Y si hay periodistas justificando a Cueva, el periodista, entonces el periodismo local no es más que una plataforma para ventilar los agravios personales de los dueños de la imprenta (digital, dado el caso). Las versiones que relatan los hechos son contradictorias y, en este punto, está en manos de la justicia belga dictar sentencia. Tendremos que aceptar el fallo final sobre “invasión de la privacidad”, por lo cual Correa acusa a Cueva, si en serio creemos eso del Estado de derecho y las justas instituciones europeas.

Pero ese es un tema jurídico, no un tema periodístico. Muchas reacciones en redes, donde se ventiló el incidente, apoyaban el comportamiento de Cueva, sugiriendo que ellos harían lo mismo de ver a Correa. Martín Pallares aseguró que “Ramiro Cueva hizo el deber que cualquier medio de comunicación con ciertas posibilidades tenía que haber hecho: ir a Lovaina y ver cómo vive el expresidente con orden de prisión”.

El problema con esta lógica es que el comportamiento de Cueva, como ciudadano, puede ser aplaudido pero sigue siendo, justificado o no, revanchismo (y quedará por ver si es ilegal o no). A su vez, Cueva, como periodista, no fue a documentar “cómo vive el expresidente con orden de prisión”. En ningún momento Cueva muestra intención alguna de hacer un trabajo periodístico. Ventilar tus problemas personales con una figura pública en la calle no es periodismo. O, por lo menos, no es un periodismo que debemos estar defendiendo.

Lo cual nos lleva de regreso a lo que, como sociedad en reconstrucción, debemos apuntar. Apuntar a distanciarnos de las prácticas que condenamos de los diez años de correísmo. Recuperar la institucionalidad que se perdió. Pero más que eso, debemos demandar más de nuestros voceros. Debemos demandar más de nosotros, como ciudadanos-políticos, como votantes, como partícipes activos de la creación del Estado. Y debemos demandar más del periodismo. Aquel que se dice defender las libertades, aquel que se dice crítico del poder, aquel que se dice veedor ciudadano, pero que últimamente parece servir más como tarima de reclamos y venganzas personales. (O)

 

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