Parásitos”, película surcoreana, ha logrado varios premios como la Palma de Oro, los Globos de Oro y los Óscar. Cuenta la historia de una familia de Seúl en situación de extrema pobreza, la misma que se ingenia múltiples formas para sobrevivir el día a día.
En una primera lectura podríamos decir que el guion del filme coincide con los momentos de confrontación social que vive el mundo entero. Parecería una metáfora muy bien lograda por su director, Bong Joon-ho. Varios críticos y politólogos identifican en su narrativa la expresión del concepto marxista de lucha de clases. Se olvidan en la historia de la literatura, por ejemplo, de la picaresca española, donde el antihéroe era el verdadero héroe.
No es el enfrentamiento entre ricos y pobres. En la película se puede apreciar que estos mal llamados “parásitos” sociales son capaces de exterminar a otros pobres para poder sobrevivir. Sobrepasan cualquier moral.
No es la lucha de clases lo que exhibe el filme. Es la “lucha por el reconocimiento” de los otros. Esta familia pobre no solamente busca tener un empleo, sino conquistar el reconocimiento social de su entorno y, para ello, desean disfrutar la misma vida de sus patrones.
El reconocimiento por parte de los ricos no lo van a lograr. Es más, van a ser rechazados hasta por su olor, porque la pobreza también tiene su propio olor. Esta crítica social conmovedora despertará la reflexión sobre la moral en un contexto de iniquidades, injusticias y corrupción. No es gratuita la burla tangencial del sistema comunista de Corea del Norte, sistema que no se escapa a los pecados del mundo capitalista. Kim Jong-un quizá es el ejemplo de que el sistema comunista es el más perverso de los sistemas perversos
El filme es una verdadera montaña rusa que pasa de un minuto a otro, desde la comedia sarcástica al drama erótico para luego filtrarse a la novela negra y luego saltar al thriller. La película no es la expresión de la lucha de clases. No son parásitos, son sobrevivientes. (O) et
