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El Telégrafo
José Gonzalo Bonilla

A todos nos cogió en curva

15 de abril de 2020 - 00:00

Al llegar el coronavirus al Ecuador, los estudiantes tuvieron que abandonar las aulas. La actividad pedagógica se trasladó a los hogares. Los centros de educación media y superior tuvieron que migrar de las metodologías propias de la educación presencial hacia la aplicación de las nuevas tecnologías.

El país no estaba preparado para la conectividad digital con la que tanto se promocionó el gobierno anterior. Los colegios y las universidades tampoco estuvieron preparados con plataformas tecnológicas robustas y metodologías efectivas. Los estudiantes, que se creía eran nativos digitales, lo eran tan solo de redes sociales. Son los profesores que, mal o bien, están llevando adelante la respuesta digital.

Algunas autoridades de colegios particulares reconocen que fueron los maestros quienes tomaron el timón e hicieron reflotar al barco. Dicen: “Los centros educativos no son las paredes ni los laboratorios ni las salas de computación. Al centro educativo lo hacen sus profesores. Son ellos el capital humano. Son el capital más importante”. Bajar los sueldos sería desincentivar su labor. De igual manera, rebajar el número de horas, sería un golpe a la calidad de la educación. ¿Quitar materias? ¿Cuáles? ¿Las humanidades? Ya se redujeron hace rato la lógica, la ética, la cívica y los resultados están a la vista.

Algunos padres ven la educación como una inversión económica. Algunos escogen los centros educativos no por la calidad sino por el estatus que logran sus hijos. Si los centros educativos quieren ser instituciones de excelencia, deberán garantizar un equipo docente incentivado. Lograr aquello tiene un costo. Y muchas veces puede ser costoso, pero no caro. Derek C. Bok, expresidente de la Universidad de Harvard, decía: “Si crees que la educación es cara, prueba con la ignorancia”. El problema es, ¿Se puede sacrificar el futuro por no invertir?

El coronavirus “a todos nos cogió en curva”. (O)

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